Hace unos días, hablaba con un compañero sobre los problemas que tiene para evitar que su hijo de 13 años acceda a contenidos inadecuados en internet.
En su caso, intentaba solucionar el problema con frecuentes cambios de contraseña para acceder a internet y lo vivía como una especie de lucha padre-hijo inevitable en la que cada uno ganaba algunas batallas, y él esperaba ganar la guerra.
El control parental es una necesidad que algunos no comprenden hasta que sus hijos ya se han metido en un lío.
Un caso cercano fue el de una niña de 13 años que llevaba 2 de relación con un hombre de 21 a través de las redes sociales. ¿Lo más alarmante? Era el monitor de una de sus extraescolares.
Y yo me pregunto,¿qué hace una niña de 11 años con su propio perfil en una red social (cuyo reglamento prohibe perfiles en personas tan jóvenes) y chateando entre 2 y 3 horas diarias sin el control de sus padres?
Los padres tenemos que controlar lo que hacen nuestros hijos en internet, del mismo modo que controlamos lo que hacen en la calle, cuando van a casa de alguien o con sus amigos. Es una cuestión de madurez, confianza y autonomía.
Hay 3 elementos básicos en el control parental: Monitorización, seguimiento y limitación.
MONITORIZACIÓN
Debemos controlar qué hacen nuestros hijos en internet: Dónde entran, cuánto tiempo le dedican, con quién se relacionan, qué tipo de relaciones tienen, cuál es su nivel de participación en internet, a qué nivel de exposición personal están sometidos...
Para ello, debemos, por un lado, tener los dispositivos de acceso a internet situados en lugares públicos de la casa, y no en un lugar donde no veamos lo que hacen, como su habitación.
Por otra parte, debemos hablar abiertamente con ellos, explicarles porqué queremos saber qué hacen en internet y pedirles que nos lo cuenten. También debemos incidir en la importancia de no revelar datos privados, poner como norma en casa que hay que pedir permiso para crear un perfil en cualquier sitio nuevo y poner como condición para obtenerlo estar incluido en los círculos sociales de ese entorno concreto.
SEGUIMIENTO
El historial puede ser un gran aliado a la hora de saber dónde se han metido nuestros hijos, dónde y cómo han participado.
En función de su edad (cuando están empezando), podemos pedirles que compartan con nosotros sus contraseñas para ver quién les escribe y en qué tono. No obstante, llegará el momento en que quieran tener su privacidad y tendremos que negociar qué podemos y qué no podemos conceder todavía.
En general, si no hay motivos para lo contrario, yo os recomendaría que les dierais la intimidad que pidan para tener sus propias conversaciones, intercambios de correos y comunicaciones a todos los niveles.
Conforme sea necesario, enseñadles a utilizar las limitaciones de público que permite la red: Entornos privados, círculos, grupos... Es bueno que aprendan a excluirnos de aquellas comunicaciones en las que no quieren que participemos, porque significa que también saben excluir a otras personas de sus entornos privados. Además, así podemos pedirles que nos mantengan en sus redes sociales, pues sólo veremos lo que ellos nos dejen ver; pero seguiremos conectados con su red, siendo capaces de observar con quien se juntan.
Como en todo, la parte más importante del seguimiento es el diálogo. Hemos de hablar con nuestros hijos sobre qué hacen y con quién. Interesarnos por su vida 2.0 ayudará a que ellos sepan que para nosotros también es importante formar parte de ella.
Y recordad la máxima: "No te preocupes por los amigos que te presenta, preocúpate por los que no quiere que conozcas."
Aplícala a la vida real y a internet y ten la puerta abierta para conocer a todos sus amigos, reales y virtuales; porque te será más fácil detectar y poner en evidencia a cualquier sujeto peligroso. Si no sabes con quien se junta, es más difícil ayudar.
LIMITACIÓN
Limita el tiempo, el espacio y el contenido.
Es importante que nuestros hijos desarrollen una vida armónica, acorde a su edad y maduración. Pasar horas y horas frente a la pantalla puede ser perjudicial, tanto por lo que hacen (comunicarse con personas dudosas, navegar en entornos peligrosos, exponer la vista mucho tiempo a la pantalla...), como por lo que dejan de hacer (ejercicio, pasar tiempo en familia, jugar en la calle...).
La limitación de espacio redunda en lo que ya he dicho: Lugares públicos y de paso. No me cansaré de decir que los dispositivos deben estar en un lugar en el vosotros tengáis control sobre el uso que reciben.
Existen distintas opciones para controlar los contenidos a los que les dejamos acceder: Paquetes de software, acceso denegado a ciertos proxi... Pero no podemos capar todo internet, porque es demasiado grande. Además, si quieren, acabarán aprendiendo a saltarse esas limitacioned.
No digo que no las uséis, son buenos aliados; digo que no os confiéis, porque vuestros hijos son listos, muy listos, y, si quieren llegar a un sitio, acabarán llegando.
Hablad con ellos, explicadles vuestros motivos para no querer que accedan a ciertos sitios e intentad transmitirles vuestro punto de vista.
Diálogo, normas y más diálogo; ése es el mejor control parental.
Y recordad que vuestra casa no es su único punto de acceso a internet. Hablad también con los profesores, vuestros familiares, los padres de sus amigos... Hacer internet seguro para nuestros hijos es trabajo de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario