sábado, 12 de noviembre de 2011

¡Un año!

Hoy cumple años nuestra ya no tan pequeñuela (que para eso ya hasta hermana mayor). Así que, como no, quiero felicitarla a través del blog.

Un día tal que hoy, poquito antes de las 17:00, nuestra Pirañita decidió salir al mundo. Ya llevaba por aquí 37 semanas en su burbujita "todo incluido". Desde entonces, ha tenido que pelear un poco más por todas las cosillas de la vida.

Ha sido un año precioso, lleno de momentos maravillosos, que los momentos más duros no han logrado deslucir.

Tener un bebé en casa no es fácil. Da un trabajo infinito y resulta agotador. ¡Pero es tan gratificante...!

Hemos pasado de tener una bolita mofletuda a una pequeña niña bastante más estilizada; de una criaturita que casi no podía moverse, a un torbellino que no quiere quedarse quieto; de un bebé que sólo sabía comer, descomer y dormir, a un terremoto que come solita (a su manera), gatea, camina (poquito y cuando le da la gana, pero...), sonríe, la lía...

No creo que esta etapa sea más bonita que cualquiera de las anteriores, pero, cuando la gente me dice el terrible: "ojalá se quedaran así", les miro con reproche y les digo que "por supuesto que no", porque cada nueva etapa es también maravillosa (aunque esto daría para otro post).

En cualquier caso, todos los logros son suyos y nosotros nos hemos limitado a estar ahí y darle apoyo. Me siento muy orgullosa de ella y de todo lo que va consiguiendo.

¡Feliz cumpleaños, Pirañita!

lunes, 7 de noviembre de 2011

Chocolatea tu vida

Se supone que los niños no deben tomar chocolate, como mínimo, hasta el año. La nuestra ha decidido que esas recomendaciones no van con ella.

Su primera experiencia con el chocolate fue a los 9 meses, un día que habíamos quedado a comer en un restaurante con unos amigos. Estábamos tomando el postre y la niña estaba un poco pesada, así que su padre se la sentó en el regazo. Estábamos charlando y, de repente, su padre empezó a gritar: "No, no" y a intentar sacar algo de la boca de la peque. Al parece, en un movimiento automático, había metido la cuchara de postre en su plato y se la había metido en la boca a nuestra Pirañita, sin darse cuenta de lo que hacía.

Conclusión: Nuestra niña acababa de probar la tarta de chocolate. Y no, mi marido no consiguió que le devolviera ni las gracias.

Después de eso, aunque no le había sentado mal ni nada, decidimos esperar todavía unos meses para introducir oficialmente el chocolate, ya que es un estimulante.

El caso es que un día estaba yo en la cocina con la niña y, cuando me di la vuelta, me la encuentro sentada en el suelo, con un paquete de cereales abierto, cuyo contenido estaba desparramado por el suelo, y ella seleccionando y comiéndose unas bolitas de chocolate que tenían lo cereales, apartando estos, que estaban mucho menos ricos que el tesoro que acababa de descubrir.

Aún así, no nos rendimos y decidimos vivirlo como un hecho aislado.

Un tiempo después, consiguió abrir un paquete de virutas de chocolate que yo guardaba para una ocasión especial y que había dejado en el salón. Mismo procedimiento: Apertura, desparramamiento y voraz ataque al chocolate.

Una vez más, no nos rendimos. Un hecho aislado. Nada de lo que preocuparse.

Hace un par de semanas, el evento de los cereales se repitió, esta vez con unos copos de trigo con chocolate que se estaba comiendo como si no hubiera un mañana.

Aquí ya nos rendimos. La niña come chocolate y ya está. No le dejamos abusar, pero le damos cosas que tiene chocolate y ella tan contenta. De hecho, hemos descubierto que la leche de fórmula, que no quería ver ni en pintura, ha cobrado un nuevo atractivo al añadirle una pizca de cacao.

No hay mal que por bien no venga.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Garabatos

Cuando Pirañita tenía 8 meses, le compré unas ceras de colores para internarnos en el maravilloso mundo de las artes plásticas. Por supuesto, lo primero que hizo cuando tuvo una en al mano fue metérsela en la boca. Por suerte, había comprado unas ceras adaptadas para niños de 1 año (no encontré para más pequeños), que no son tóxicas.

De vez en cuando, la sentaba en el suelo, ponía delante de ella una cartulina de tamaño DIN A-3 y sus ceras y dejaba que jugueteara con ellas.

El caso es que, de un tiempo a esta parte, ya las muerde menos y dibuja más. Con 11 meses, es capaz de hacer garabatos de varios colores sobre su cartulina y lo pasa en grande. De hecho, por política personal, siempre corto la actividad antes de que se canse de ella, para que se quede con ganas de más, y es una pequeña lucha conseguir que me entregue la última cera que ha quedado en su poder.

Además, el fin de semana pasado, le compré una mesa con dos sillas que le han encantado, aunque las sillas le quedan un poco altas todavía. Así que, casi todos los días, se sienta en su mesa y recibe su dosis de material de dibujo para que se exprese a sus anchas. Ella encantada, claro. Y yo también. Me encanta ver lo mucho que está avanzando la coordinación óculo-manual de nuestra peque.