jueves, 31 de enero de 2013

Tarta sorpresa

El otro día, Pirañita no quería bañarse, así que le propuse hacer una actividad nueva si se metía en el baño.

Cogí un tapper y metí un puñado de juguetes de distintas formas. Lo cubrí todo con espuma de afeitar y, para darle color y aroma, añadí un poco de canela (seguid leyendo, porque esto último no fue buena idea).

Les dije a las peques que era una tarta sorpresa.

Les encantó.

Pasaron un buen rato explorando la espuma de afeitar y extendiéndosela por el cuerpo. Pirañita disfrutó enjabonando a su hermana y Cachorrito decidió coger su brocha de la bañera para pintar.

Pirañita cogía puñados de espuma y me los enseñaba diciendo "surprise, surprise".

Cuando llegaron a los juguetes, Cachorrito ya estaba jugando con su brocha y un recipiente; pero Pirañita le sacó mucho jugo a rellenarlos de la espuma restante con una de las cucharas que había incluido en el lote.

Disfrutaron como enanas y estoy segura de que repetiremos. Eso sí, cambiando la canela por cacao, porque no valoré su capacidad irritante y mis dos pequeñas acabaron con ronchas. Es cierto que a lo 5 minutos de aclararlas no quedó nada, pero ese ingrediente no vuelve...


martes, 29 de enero de 2013

Niños a la carta

Acabo de leer que una empresa de reproducción asistida de Barcelona ha dado los primeros pasos para hacer una propuesta de ley de iniciativa popular para eliminar la elección de sexo del niño como falta grave. ¡Y se ha admitido a trámite!

Ahora, sólo se puede elegir el sexo del niño si hay posbilidades de transmitir alguna enfermedad grave asociada al sexo (como el X débil, por ejemplo). Fuera de ese supuesto, está prohibido y tipificado como falta grave.

Existen razones probadas de que la elección de sexo tiene consecuencias negativas, como los desequilibrios poblacionales. Pero esta empresa considera que así lo que harían es evitar abortos motivados porque el bebé no es del sexo deseado.

Yo ya sabía de esta práctica que, con la liberalización del aborto hasta las 12 semanas y el análisis de sangre que permite conocer el sexo a partir de las 8 semanas, es fácil de acometer. De hecho, parece que en Europa ya se ha detectado un sospechoso aumento de nacimiento de varones frente al número de féminas, especialmente en algunos países del este, pero que se está extendiendo hacia los países más occidentales de la UE, como Francia.

Al margen de las consideraciones demográficas, que me parecen serias, hay algo que me escama mucho de este tema: ¿Qué clase de padres no están dispuestos a aceptar a un bebé sano, sea del sexo que sea?

El tema de tener un hijo enfermo lo dejo al margen, aunque soy contraria a la eugenesia, tanto prenatal como postnatal.

Y, por supuesto, ya que se ponen, han solicitado poder hacer cribados genéticos no relacionados con la salud.

Vamos, bebé a la carta.

Si tener un hijo va a ser como ir a la pajarería, donde poder elegir color, tamaño, inteligencia y, por supuesto, sexo; ¿qué carga emocional va a tener eso sobre esos niños?

Porque ,si tus padres no estaban dispuestos a aceptarte fueras como fueres (que es uno de los rasgos que para mí son básicos en la relación paterno-filial), no veo cómo van a ser capaces de aceptar tu libertad, tu capacidad de tomar tus propias decisiones, de elegir sobre tu vida. No me gustaría ser uno de esos niños a los que sus padres les van a exigir ser perfectos y responder a todas sus espectativas.

Ojalá el sentido común se imponga y esto sólo quede en una anécdota,¿no os parece?

sábado, 26 de enero de 2013

Seguridad en internet IV: Adolescentes en internet

La adolescencia es un periodo duro en la vida de una persona y de su entorno.
Es una época peligrosa a muchos niveles, porque una persona inmadura empieza a querer moverse en el mundo de los adultos y ser tratado como tal; porque los padres dejan de ser los referentes predilectos y pasan a serlo otras personas tan inmaduras como ellos; porque se confunde la determinación de "yo" con la negación de "tu"...

También es una etapa llena de potencial en la que los chavales están deseosos de demostrar su valía y obtener privilegios.

Lo primero es ser conscientes de con quién estamos tratando: No son niños y se sentirán humillados si les tratamos como si lo fueran. Pero tampoco son adultos y siguen bajo nuestra tutela y responsabilidad.

Es una etapa difícil de gestionar y, una vez más, el diálogo será clave.

Ya no podemos exigir tener sus claves o poder leer sus conversaciones. Si piensan que lo hacemos, se sentirán invadidos y buscarán el modo de excluirnos. Espiarles no es la mejor opción tampoco.

No obstante, sigue siendo una buena idea tener los dispositivos de acceso a internet en lugares públicos de la casa.

Además, tenemos que saber cómo y dónde se mueven. Seguiremos utilizando el control parental en internet mientras sigamos utilizándolo en otros aspectos de la vida. Y, como en la vida, supondrá conflictos y luchas. Estad preparados para negociar, pero también para que se salten las normas. Es algo normal de la edad, lo que no significa que lo podamos consentir.

Dependiendo del sexo también hay riesgos diferentes. Por ello, haré una entrada para hablar de algunos problemas más frecuentes con las chicas y otro para hablar de los de los chicos. Puede sonar políticamente incorrecto, pero es la verdad.

Volviendo a esta entrada, me gustaría hablar de algunas directrices generales que pueden servir para ayudar a nuestros hijos a evitar meterse en líos a través de internet.

1. No cuelgues en internet nada que no pondrías en el tablón de anuncios del instituto con letras de neón.

Los chavales no suelen ser muy conscientes de lo fácil que es acceder a lo que cuelgan en internet y "como todos/fulanito/mis amigos lo hacen...". Y el precio puede ser alto para su autoestima si la foto inadecuada cae en manos del graciosillo del instituto o si un comentario que hizo se saca de contexto para hacerle daño.

Es importante enseñarles a utilizar las limitaciones de privacidad de las redes sociales, pero más aún aconsejarles que no cuelguen cosas privadas o comprometidas en internet. Ése es el único modo que garantiza realmente que no acaben en las manos equivocadas (y no dudéis que, en ocasiones, las manos en las que no querrán que algo acabe serán las nuestras).

2. No aceptes a nadie que no conoces en persona en tus redes sociales.

Esto puede ser bastante difícil de conseguir, en tanto las redes sociales suelen utilizarse para conocer gente nueva. Sin embargo, hemos de hacerles comprender que hay personas que se hace pasar por otras para tener acceso a gente como ellos en internet; y no con buenas intenciones. Es prudente que, si alguien dice que tienen amigos en común, antes de aceptarlo se pongan en contacto con esos amigos y averigüen de dónde ha salido esa persona, quién es y por qué quiere estar en contacto con ellos. Y, ante la duda, mejor negarle el acceso a nuestras redes.

3. Nadie tiene 500 amigos.

"Quien tiene un amigo, tiene un tesoro."

En la vida, el número de amigos es limitado y un amigo de verdad es algo por lo que merece la pena luchar. Pero los amigos son fruto de trato y dedicación, cosas que en las redes sociales se diluyen.

Una persona puede tener 500 contactos, pero no 500 amigos. Es así de sencillo. Por tanto, merece la pena reflexionar sobre el uso que damos a las redes sociales, la cantidad de gente que dejamos entrar en ellas, los perfiles que asignamos a cada una y qué queremos que vean y que no; porque la privacidad es algo importante que bien vale tener cuidado.

4. A las personas se las conoce cuando se las tiene cara a cara.

A través de internet, podemos entrar en contacto con personas de todo el mundo y, sin embargo, no podemos decir que conocemos a alguien con quien nos hemos limitado a interaccionar a través de una pantalla.

Yo soy la primera que he entrado en contacto con personas estupendas a través de internet, pero también personas muy raras con las que no tengo intención de volver a cruzarme.

Al final, para conocer a alguien, hay que "desvirtualizarlo", y puede ser un proceso duro, en la medida en que podemos descubrir que la persona que creíamos conocer era una "máscara" o que, detrás de lo que nos dejaba ver, hay otras que nos estaba ocultando y que eran importantes.

5. Nunca, nunca, nunca "desvirtualices" a alguien a solas o en un lugar privado

Cuando "desvirtualizamos" a alguien, hay que hacerlo siempre en un lugar público, a ser posible en gran grupo. Es importantísimo no dejarse llevar a un lugar privado donde podamos ser victimizados de alguna forma. También es bueno hacerlo en "territorio neutral", sin dar datos concretos sobre dónde vivimos o estudiamos, porque aún no conocemos a esa persona y el proceso de conocerla debe hacerse del mismo modo que alguien a quien acabamos de conocer en un bar. Da igual que te hayas pasado horas, días o años hablando con alguien por chat o a través de foros, a las personas hay que conocerlas despacito y en la vida real.

6. Jamás des tu contraseña a nadie, ni siquiera a tus amigas o a tu novio

Hace tiempo vi un reportaje en el que explicaban que, entre los adolescentes, se había puesto de moda compartir contraseñas entre novietes.

Es un gran error compartir las contraseñas con otra persona, por mucho que creamos que es el amor de nuestra vida.

Nuestra contraseña limita el acceso a nuestra privacidad (a la que no tenemos porqué renunciar porque tengamos pareja, y es algo que no tienen derecho a pedirnos y sobre lo que no debemos consentir) y protege nuestra identidad, lo que también protege a otros de posibles engaños de terceros utilizando nuestro nombre.

Nuestra privacidad también incluye la privacidad que compartimos con otros, como nuestra familia a nuestros amigos. Igual a ti no te importa que tu novio lea tus emails, pero quizá a la amiga que te está contando un problema no le apetece que él lo lea.

Y, por supuesto, está el tema de las rupturas. Casi nadie acaba compartiendo toda su vida con la novieta del insitituto (ni los meses venideros). Las parejas de adolescencia suelen durar poco y las rupturas ser muy dolorosas, especialmente cuanto más se haya entregado a la otra persona. Dejar en manos de nuestros ex las contraseñas no parece una buena idea.

7. Tienes derecho a pedir que alguien rectifique.

Exponer información tuya en internet no es un derecho de nadie. Si alguien pone algo sobre ti que no quieres que sea público, tienes derecho a pedir que lo eliminen. Por supuesto, si además es falso, con mayor razón.

Los pasos a seguir para pedir una rectificación son sencillos: Pedírselo a quien lo ha colgado, (si eso no funciona) pedir a quien aloja el contenido (facebook, google+, blogger, tweeter...) que elimine el contenido conflictivo por falta de autorización por tu parte, interponer una denuncia en la policía.

Yo he conocido personas que han sufrido acoso a través de las redes sociales, entornos personales y cuyos jefes han recibido emails de sujetos muy dudosos profiriendo todo tipo de difamaciones. En casos como ése, mejor dirigirse directamente a quien aloja al contenido y, justo después, a la comisaría. No dejéis que los delitos en internet queden impunes.

8. Lo que dices en internet tiene impacto real en la vida de las personas.

Cuando educamos a nuestros hijos sobre el uso de internet, no sólo debemos preocuparnos por cómo afectan sus acciones o las de otros en su vida, sino también en cómo afectan sus acciones en la vida de otros.

Nuestros hijos no sólo pueden ser víctimas, también pueden convertirse en agresores utilizando la red.

Un insulto o difamación en la red es más grave que en persona, porque las palabras soltadas al viento el viento se las lleva, pero una foto o una historia truculenta en internet queda ahí, a la vista de todos e, incluso peor, puede convertirse en una información que va de mano en mano, adquiriendo dimensiones virales, si no a nivel de red, sí de entorno social de una persona.

Quizá nos demos cuenta de nuestro error y queramos rectificarlo, pero si la información ha sido copiada o utilizada por otra persona, ya no estará en nuestras manos devolver la fama a esa persona.

Si en la vida real hemos de ser respetuosos, en internet hemos de ser exquisitos.


En entradas venideras, hablaré de algunas situaciones peligrosas a las que las chicas son más proclives y, en la que venga después, los problemas más frecuentes con los chicos.

viernes, 25 de enero de 2013

11 meses con Cachorrito

Se acerca el primer cumpleaños de nuestra pequeñuela. Dentro de un mes dejaremos de tener un bebé y pasaremos a tener una niña en toda regla, y ya se nota. 

Para empezar, tengo unas cuantas prendas de talla 1 año que están para jubilar. Me deja la ropa pequeña antes que su hermana, comparando edades (y eso que Pirañita no era nada pequeñaja).

Cachorrito se mueve mucho y bien. No para. Va de un lado a otro gateando, agarrándose a los muebles o empujando el correpasillos (el que tiene ruedas o cualquier cosa que se deje empujar que se haya encontrado, como una silla). Le gusta mucho caminar del dedito de tu papá y aprovecha cualquier oportunidad para agarrarse de nosotros mientras camina (generalmente de los pantalones, con el riesgo que eso implica). 

Le gusta mucho la pelota. La persigue por la casa y la intercambia con su hermana. También le da alguna patadita ocasional. 

Le encanta chapotear en el agua, tanto con las manos como con los pies. Aprovecha el baño, pero también cuando le lavamos las manos o cuando consigue abrir el grifo del bidé. 

Nuestra pequeña siempre ha sido muy autónoma comiendo y, ahora, se ha apoderado de la cuchara y el cuenco. Ya no quiere que le dejes trocitos de comida que llevarse a la boca con la mano, quiere su cuenco y su cuchara, aunque termine utilizando las manos para comer. 

Su motricidad fina ha mejorado mucho. Garabatea fenomenal, pinta con los dedos, le gusta mucho pintar con la brocha, mete pinzas en una caja... Cada vez es más hábil y consigue hacer movimientos más precisos. 

Sigue siendo muy bailonga. Le encanta la música, mover los brazos y "mecerse", dar palmadas... Además, le gustan mucho hacer de DJ con sus juguetes musicales. 

Come de todo. La verdad es que ya no sé qué le hemos introducido y qué no. Y, además, come en cantidad, a veces más que Pirañita. 

Su relación con su hermana es preciosa. Tienen sus momentos y sus piques, pero se llevan fenomenal. Se llaman por sus nombres, juegan en paralelo, la mayor le ofrece parte de su comida a la pequeña, le hace cosquillas para que se ría... Es una maravilla. 

Una cosa que me llama mucho la atención es lo mucho que habla, en especial si la comparo con su hermana a su edad. Dice: "Papá", "Mamá", el nombre de su hermana, "sí", "yes"... e imita muchas cosas que nosotros decimos, aunque no les dé un sentido preciso. Me parece una pasada. 

Le gustan mucho los libros y le encanta que le lean. Si le dices que le leerás un cuento si te lo trae, se encamina a la estantería y vuelve con alguna de las historias que le gustan para que cumplas tu palabra. Pasa las páginas ella y señala los dibujos, a los que presta mucha atención mientras se los explicas. 

En el parque lo pasa genial. Lo que más le gusta es el columpio (algo tendrá que a todos entusiasma), pero también disfruta en el balancín o el tobogán. Le encantaría pasar más rato en la arena, pero con el frío que hace, se queda helada la pobre... 

Sigue durmiendo fatal. Es el único punto "flojo" de nuestra niña, y eso hace que, en ocasiones, esté muy cansada. Pero bueno, un poco de "pechuga" y algunos mimos solicionan el problema en un santiamén. 

Es una gozada tener una niña como Cachorrito y, cuando se junta con su hermana, es increíble. 

Me siento muy dichosa de ser su madre y doy gracias a Dios por ello todos los días. 

Si las madres dominaran el mundo...

...habría más abrazos y menos llantos.

miércoles, 23 de enero de 2013

Homeschooling y mamá trabajadora

Volver a trabajar ha sido duro desde muchos puntos de vista. Me gusta pasar tiempo con mis niñas y, entre que llego, como, se levantan de la siesta y todas las cosas que implican llevar la casa (comidas, organización, compras...), nos queda poquito tiempo para estar juntas.

Estamos leyendo algo y saliendo a pasear. También hemos hecho algún baño con pintura. Pero no estoy contenta.

Mi marido hace cosas con ellas por las mañanas: Las pone a colorear, les propone juegos, las saca al parque, les cuenta cuentos... Y está muy bien, pero siento que podrían hacer más cosas, si yo las dejara preparadas.

El problema es que no saco tiempo.

Mi inicio al trabajo se juntó con el final de las vacaciones y, después, con varios compromisos familiares en los días libres que hemos tenido. Y todo apila, porque, además, me estoy replanteando el tipo de trabajo que estamos haciendo con las letras y el PreK porgram, dado que Pirañita ya controla la mayor parte de las actividades y reconoce casi todas las letras. Entonces, ¿tiene sentido seguir trabajando con ese material?

Me gustaría dedicar tiempo a preparar cosas, lo que facilitaría que las peques las hicieran y haría más fácil la vida de su papá. Pero no me acabo de organizar.

Tengo que ponerme las pilas o asumir que ser una madre trabajadora niega nuestra capacidad homeschooler, y no me gustaría tener que aceptar lo segundo.

En cualquier caso, no descarto que sea una fase de adaptación, porque hemos introducido muchos cambios últimamente, sobre todo en los horarios, y todavía estamos un poco desorientados.

Sea como fuere, me tengo que poner las pilas.

sábado, 12 de enero de 2013

"No digas qué guapa"

Hoy he leído este artículo y éste, y me están dando mucho que pensar.

Resumiendo y simplificando mucho (quizá demasiado) vienen a decir que deberíamos evitar hablar de la apariencia de las niñas, incluso cuando les decimos lo guapas que son.

Su razonamiento tiene sentido. Si cada vez que alguien inicia una conversación con nuestras hijas rompe el hielo diciéndoles lo guapas que son o lo bien que les queda ese sombrero, su percepción será que su apariencia no sólo es importante, sino una de las cosas más importantes, quizá la más importante de todas; pues es de lo primero que todo el mundo habla.

Yo siempre les digo a mis hijas lo guapas que son, porque creo que es importante que se sientan guapas, que se quieran a sí mismas, que tengan un buen autoconcepto. Y es probable que así sea mientras mi opinión sea para ellas la más importante, porque para mí siempre serán preciosas.

Sin embargo, me doy cuenta de que las opiniones de otros irán cobrando más peso que las mías, en el peor de los casos, incluso que de las suyas. Entonces, ¿no sería mejor intentar que perciban el aspecto físico como algo de menor importancia?

Tampoco puedo decir que no sea importante en absoluto, aunque me gustara. El aspecto sigue siendo lo primero que ve el otro y ser una persona atractiva puede, en ocasiones, abrirte más puertas que cualquiera de tus virtudes. Sin embargo, ¿merece la pena estar en un sitio en el que importa más tu físico que tu simpatía, tu salud, tus conocimientos...?

Yo creo que no, y eso quiero transmitir a mis hijas.

No voy a dejar de decirles que son guapas, porque lo son y yo lo sé y quiero que ellas también lo sepan; como quiero que sepan que serían guapas más gordas y más delgadas, con el pelo largo o corto, con vaqueros o vestido... Mis hijas son guapas porque las quiero y eso me hace ver más allá de las apariencias, del peso, la ropa... Son guapas porque saben cuando reírse y cómo hacerme reír. Son preciosas porque me miran con esos ojos que me dicen tantas cosas, sean grandes, pequeños, marrones o grises. Son unos bellezones porque cuando están en la misma habitación se me van los ojos tras ellas. Y lo mismo les pasará a todos lo que las quieran, que el amor no es que sea ciego, es que ve mejor, encuentra las virtudes y lima los defectos.

Pero, además, creo que voy a empezar a tener cuidado, a hablar menos de lo guapas que son y más de lo maravillosas, impresionantes, espabiladas, graciosas, simpáticas y amorosas que son; porque, aunque sean preciosas, todas esas cosas valen más y maduran mejor que la belleza. Igual los años, la enfermedad o los accidentes podrán robarles hermosura según el canon, pero su sentido del humor, su alegría y su felicidad podrán acompañarlas y crecer durante toda su vida.

Es lo que quiero para ellas y voy a esforzarme por transmitírselo.

Ya he empezado a cambiar el "mi niña preciosa" por "mi niña maravillosa/alucinante/divertida"... Y, reflexionando más allá, también "mi chica fuerte" por "mi chica valiente"; y otras cosas que irán apareciendo.

Es un esfuerzo, porque es cambiar un hábito, pero pienso que puede merecer la pena.

Finalmente, me he propuesto no decir a las niñas, ni a los niños, lo guapos que son o lo bonita que es su ropa. Quiero intentar ser esa persona que ve algo distinto en ellos, que hace el esfuerzo de ir más allá del convencionalismo y lo evidente.

¿Os apuntáis al reto?

Miércoles con educajas: Edubolsas II

Cogimos nuestras niñas, nuestras edubolsas y nos metimos en sendos trenes,  uno de ida y otro de vuelta, para visitar a los abuelos.

Con dos niñas, el viaje puede ser muy largo, sobre todo cuando la pequeña se tira más de la mitad del trayecto llorando de forma continuada.

La mayor también dio un poco de guerra, pero dentro de lo normal.

Y, cuando la cosa se ponía aburrida o empezaba a complicarse, sacábamos una bolsa y a ver qué había dentro.

Las bolsas tuvieron buena aceptación y no podíamos hacer sólo una porque, al terminarla, pedía otra.

En cuanto a las bolsas en sí, tenemos dos modelos: De congelación con autocierre y de lavadora con cremallera.

Si es para momentos muy concretos, como es nuestro caso, las de autocierre dan el servicio; pero me gustan mucho más las de lavadora, para las que también hay varios tamaños.

Una forma sencilla y asequible de hacer los viajes un poco más llevaderos para todos. ¡Y encina educativos! ¿Se puede pedir más?


sábado, 5 de enero de 2013

Te quedas la mejor parte...

...la más cansada, pero la mejor.

Eso repito una y otra vez a mi marido desde hace un par de semanas.

Lo reconozco, envidio todo lo que va a vivir y siento todo lo que me voy a perder.

Después de las fiestas, vuelvo a trabajar y él se queda en casa con las nenas de padre en casa.

Han sido diez meses y medio duros, pero maravillosos. No cambio un segundo con mis peques por nada en el mundo. ¡Cuánto he aprendido y disfrutado!

Creedme, las guarderías y las niñeras se quedan lo mejor de nuestros hijos. Es parte del precio de vivir en esta sociedad. Y no sé si merece la pena, la verdad... Ahora mismo, a corto plazo, sé que no. A medio plazo, incluso a largo, no lo sé. En cualquier caso, veo difícil que nos convirtamos en una sociedad avanzada a corto plazo y no sé si quiero que mis hijas crezcan en una sociedad en vías de desarrollo, como las llaman.

Mis hijas quedan en las mejores manos, las del Superpapá, por lo que no tengo dudas sobre la calidad del tiempo en que estoy ausente. Pero no es fácil dejarlas, con todo lo que hemos vivido hasta ahora y lo que nos queda por vivir.

En cualquier caso, es la vida, es lo que hay y mejor mirar al futuro con optimismo y alegría.

Pero, Superpapá, te quedas la mejor parte.

miércoles, 2 de enero de 2013

Seguridad en internet III: Control parental

Hace unos días, hablaba con un compañero sobre los problemas que tiene para evitar que su hijo de 13 años acceda a contenidos inadecuados en internet.

En su caso, intentaba solucionar el problema con frecuentes cambios de contraseña para acceder a internet y lo vivía como una especie de lucha padre-hijo inevitable en la que cada uno ganaba algunas batallas, y él esperaba ganar la guerra.

El control parental es una necesidad que algunos no comprenden hasta que sus hijos ya se han metido en un lío.

Un caso cercano fue el de una niña de 13 años que llevaba 2 de relación con un hombre de 21 a través de las redes sociales. ¿Lo más alarmante? Era el monitor de una de sus extraescolares.

Y yo me pregunto,¿qué hace una niña de 11 años con su propio perfil en una red social (cuyo reglamento prohibe perfiles en personas tan jóvenes) y chateando entre 2 y 3 horas diarias sin el control de sus padres?

Los padres tenemos que controlar lo que hacen nuestros hijos en internet, del mismo modo que controlamos lo que hacen en la calle, cuando van a casa de alguien o con sus amigos. Es una cuestión de madurez, confianza y autonomía.

Hay 3 elementos básicos en el control parental: Monitorización, seguimiento y limitación.

MONITORIZACIÓN

Debemos controlar qué hacen nuestros hijos en internet: Dónde entran, cuánto tiempo le dedican, con quién se relacionan, qué tipo de relaciones tienen, cuál es su nivel de participación en internet, a qué nivel de exposición personal están sometidos...

Para ello, debemos, por un lado, tener los dispositivos de acceso a internet situados en lugares públicos de la casa, y no en un lugar donde no veamos lo que hacen, como su habitación.

Por otra parte, debemos hablar abiertamente con ellos, explicarles porqué queremos saber qué hacen en internet y pedirles que nos lo cuenten. También debemos incidir en la importancia de no revelar datos privados, poner como norma en casa que hay que pedir permiso para crear un perfil en cualquier sitio nuevo y poner como condición para obtenerlo estar incluido en los círculos sociales de ese entorno concreto.

SEGUIMIENTO

El historial puede ser un gran aliado a la hora de saber dónde se han metido nuestros hijos, dónde y cómo han participado.

En función de su edad (cuando están empezando), podemos pedirles que compartan con nosotros sus contraseñas para ver quién les escribe y en qué tono. No obstante, llegará el momento en que quieran tener su privacidad y tendremos que negociar qué podemos y qué no podemos conceder todavía.

En general, si no hay motivos para lo contrario, yo os recomendaría que les dierais la intimidad que pidan para tener sus propias conversaciones, intercambios de correos y comunicaciones a todos los niveles.

Conforme sea necesario, enseñadles a utilizar las limitaciones de público que permite la red: Entornos privados, círculos, grupos... Es bueno que aprendan a excluirnos de aquellas comunicaciones en las que no quieren que participemos, porque significa que también saben excluir a otras personas de sus entornos privados. Además, así podemos pedirles que nos mantengan en sus redes sociales, pues sólo veremos lo que ellos nos dejen ver; pero seguiremos conectados con su red, siendo capaces de observar con quien se juntan.

Como en todo, la parte más importante del seguimiento es el diálogo. Hemos de hablar con nuestros hijos sobre qué hacen y con quién. Interesarnos por su vida 2.0 ayudará a que ellos sepan que para nosotros también es importante formar parte de ella.

Y recordad la máxima: "No te preocupes por los amigos que te presenta, preocúpate por los que no quiere que conozcas."

Aplícala a la vida real y a internet y ten la puerta abierta para conocer a todos sus amigos, reales y virtuales; porque te será más fácil detectar y poner en evidencia a cualquier sujeto peligroso. Si no sabes con quien se junta, es más difícil ayudar.

LIMITACIÓN

Limita el tiempo, el espacio y el contenido.

Es importante que nuestros hijos desarrollen una vida armónica, acorde a su edad y maduración. Pasar horas y horas frente a la pantalla puede ser perjudicial, tanto por lo que hacen (comunicarse con personas dudosas, navegar en entornos peligrosos, exponer la vista mucho tiempo a la pantalla...), como por lo que dejan de hacer (ejercicio, pasar tiempo en familia, jugar en la calle...).

La limitación de espacio redunda en lo que ya he dicho: Lugares públicos y de paso. No me cansaré de decir que los dispositivos deben estar en un lugar en el vosotros tengáis control sobre el uso que reciben.

Existen distintas opciones para controlar los contenidos a los que les dejamos acceder: Paquetes de software, acceso denegado a ciertos proxi... Pero no podemos capar todo internet, porque es demasiado grande. Además, si quieren, acabarán aprendiendo a saltarse esas limitacioned.

No digo que no las uséis, son buenos aliados; digo que no os confiéis, porque vuestros hijos son listos, muy listos, y, si quieren llegar a un sitio, acabarán llegando.

Hablad con ellos, explicadles vuestros motivos para no querer que accedan a ciertos sitios e intentad transmitirles vuestro punto de vista.

Diálogo, normas y más diálogo; ése es el mejor control parental.

Y recordad que vuestra casa no es su único punto de acceso a internet. Hablad también con los profesores, vuestros familiares, los padres de sus amigos... Hacer internet seguro para nuestros hijos es trabajo de todos.