miércoles, 25 de julio de 2012

Llanto inconsolable

Hoy mi peque hace 5 meses y ésta noche hemos tenido uno de esos momentos que angustian mucho a cualquier padre: Un llanto inconsolable.

No quería pecho (lo rechazaba de plano). No estaba sucia. Le hemos dado Apiretal, porque está con los dientes, pero ya tenía que estar haciendo efecto cuando todo empezó.

No se había dormido dentro de la rutina normal y, como se resistía, puse su manta de actividades en la entrada de la cocina y me puse a preparar la comida de hoy.

Al principio, estaba juguetona y exploradora. Tuve que ir a buscarla al salón y hasta el final del pasillo un par de veces, porque andaba de excursión.

A partir de cierto punto, empezó a ponerse un poco quejicosa, así que intenté dormirla al pecho, pero no quiso. Por tanto, volvimos al punto de partida.

Fue quejándose más y, cuando se puso a gimotear, fui a lavarme las manos para cogerla. Cuando quise tenerla en brazos, ya lloraba.

Ni pecho, ni paseos, ni mecerla, ni tumbarme con ella, ni ponerla sobre mí, ni cantarle, ni mimarla y besarla... Nada conseguía calmarla.

Mi marido vino por si quería relevo. Había salido con la mayor para ir al baño.

No quería, pero pensé que, por probar...

Nada. Eso es lo que aguanté en el cuarto de la mayor. No podía soportar oírla llorar y no hacer nada (¿cómo lo hacen los que siguen a Estivil?).

Volví con ella al cuarto y tuve la sensación de que lloraba menos en el pasillo (que estaba más fresco), así que fuimos al salón.

Allí tuve la idea.

Un problema que tengo con la pequeña es que hay cosas que la distraen hasta el punto de no comer, aunque tenga hambre. Su hermana es una de ellas. La tele es otra.

Nos sentamos en el sofá y encendí "la caja tonta". Su atención fue captada por la pantalla enseguida. Gimoteaba un poco a ratos, pero yo la mecía mientras le comentaba lo que estábamos viendo (un documental sobre cómo se hacen maquetas de barcos).

Al rato, estaba tranquila y, poco después, relajada.

Pasado un tiempo, le ofrecí pecho y lo cogió.

Cuando su papá vino de dormir a su hermana, ella también estaba frita. Estaba preciosa, tan bonita...

Mi marido se sentó en el sofá a disfrutar del momento. Sólo faltaba la mayor durmiendo en mi regazo para ser perfecto; pero, como puntualizó mi marido, nuestra Cachorrote estaba felizmente dormida en su cama.

¡Qué mal se pasa cuando sufren y no sabes qué hacer!

Doy gracias a Dios por esa idea de la tele. Ya no sabía qué hacer o cómo ponernos.

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