domingo, 3 de junio de 2012

Adiós, pequeña

La caja estaba llena y ya sólo faltaba cerrarla. Un último vistazo para intentar guardar el sabor, el olor y la imagen de unos meses maravillosos que hemos pasado juntos. Ya está. Ya pasó. Ya se fue.

Nuestra pequeñina se ha marchado y, con ella, también una parte de nuestras vidas.

Guardo su ropa con cariño y con la certeza de que jamás volverá a utilizarla.

Nuestra nena se hace mayor y ya no tiene nada de recién nacido. Es un bebé de tres meses que me está dejando pequeña la ropa que es para 6. Se gira, repta, sonríe, golpea, agarra, babea, mordisquea...

Hoy he guardado la ropa de recién nacido y la de invierno en general: Su primera puesta, la de su hermana, mi mono favorito, el buzo de conejito, el vestido con el que la bautizamos...

Prendas llenas de significado que entran en una caja para, quizá, no volver a ver la luz en nuestra familia.

No tenemos claro si éste habrá sido nuestro último bebé, pero es una posibilidad que no descartamos, y eso da aún más carga emocional al momento, porque podría ser la última vez.

Incluso si tenemos otro bebé, hay un 50% de posibilidades de que parte de esa ropa no le vaya (hay gente para todo, pero yo no soy de las que ponen vestiditos a los niños).

No soy una persona que se aferre a los objetos, pero sí a los momentos, y sé que acabamos de cerrar oficialmente otra fase.

Es maravilloso verlas crecer, hacerse más fuertes, más autónomas..., pero, ¡qué rápido pasa! O espabilo, o ni me entero.

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