miércoles, 24 de octubre de 2012

¿Educación o adiestramiento?

A veces veo a otros padres con sus hijos y me gusta observar cómo actúan: Cómo se mueven, hablan, tocan, miran, hablan, relacionan...

Y he localizado a un tipo de padres que me llaman la atención: Los "adiestradores".

Supongo que suena un poco peyorativo, pero no sé cómo llamar a una persona que utiliza el condicionamiento operante para obtener un comportamiento, si no es éste.

Lo sé, lo sé... Todos usamos sistemas de refuerzos con nuestros hijos en mayor o menor medida, de forma más o menos consciente. Todos tenemos un punto de "adiestrador" de niños, y me parece algo, no sólo normal, sino incluso bueno.

Pero los padres "adiestradores" lo son de manual. Y no lo digo por decir, pues la mayoría siguen pautas externas de algún libro, psicólogo, curandero... Alguien les ha dado una receta magistral que soluciona el problema concreto que genera el niño: Agresividad, rabietas, dormir...

Si el niño hace "a", usted haga "b" y, sobre todo, no se le ocurra hacer "c" y "d".

Hoy día, como está mal visto, se suelen evitar los castigos corporales, los gritos y los insultos. El castigo suele ser el aislamiento y la recompensa el reinicio de las relaciones.

El ejemplo más concreto que se me ocurre es el "has hecho esto, pues ahora quédate aquí a pensar".

He oído a algunos padres quejarse de que no les funciona. Supongo que depende de la percepción del niño sobre su propia exclusión y el modo en que maneja el peso afectivo de esa situación.

A mí, la sola idea de que pensar sea un castigo me repele,  por lo que probé el "5 segundos sin jugar". No.me marchaba, no la ignoraba, sólo le hacía quedarse quieta y le decía que la quería, pero que tenía que comprender que golpear (que es el único motivo por el que la castigaba) no era lícito. Nunca llegó a los 5 segundos porque ella se angustiaba y, cuando notaba su malestar, daba por supuesto que el castigo había funcionado (se había dado cuenta de que algo no estaba bien) y generaba un momento de reconciliación y consuelo.

Incluso esta exclusión descafeinada hacía sufrir mucho a mi hija y, en poco tiempo, la desterré como método. Hoy día sólo le hago pedir perdón e intento que sea en un ambiente de reconciliación, mimos y besos para todos. No niego que, en ocasiones, cuando la pillo en medio de una agresión a su hermana, le pido que se aparte, a veces de malas maneras, o la aparto yo con poca delicadeza. Pero, en el momento en que la víctima está en una posición segura, surge la oportunidad de reconciliación. Si intento forzarla, casi siempre la rechaza; pero, si la invito con cariño a participar con un beso y un abrazo en el consuelo de su hermana, suele acceder inmediatamente.

Una cosa que me incomoda muchísimo del adiestramiento por exclusión es la incapacidad que se genera para que el niño pueda ir a pedir perdón, iniciar su proceso de reconciliación y asumir como propia la empresa de resarcir al otro por la agresión.

He visto a niños llorando cuyos padres no sólo no los consuelan, sino que no aceptan ningún acercamiento por parte de su hijo lloroso. He visto niños que se autocastigan, a veces tranquilos y a veces llorando a moco tendido.

Veo niños sufriendo y padres deseando poder estar ahí para ellos, haciéndose los duros para que el niño ni siquiera lo sospeche. Hay que seguir la norma o el condicionamiento no funcionará.

No veo que esos niños se porten mejor que otros. A veces, incluso da la sensación contraria, porque sus padres "están a la que salta", pues no puede quedar acción sin castigo, incluso aunque los niños hayan terminado llegando a algún tipo de compromiso entre ellos.

Pensando en ello, mi conclusión es que los padres a los que llamo "adiestradores" se diferencian del resto porque el énfasis de sus procesos está en lo reprobable y el sistema se basa en refuerzos negativos y modelos de "amor condicionado".

En la carrera estudié que esos modelos producen niños obedientes y llenos de inseguridades. Sospecho que eso no lo cuenta el manual de turno.

Sólo espero que dentro de mi modelo educativo mis hijas tengan una certeza: No hay nada que puedan hacer que me pueda llevar a no quererlas, que sea irreconciliable, que no se pueda perdonar (que no disculpar). Eso no significa que sus acciones no vayan a tener consecuencias, sólo que esas consecuencias no serán que sus padres no las quieran o las alejen de ellos.

Todos "adiestramos" a nuestros hijos en mayor o menor medida. Yo me propongo hacerlo en positivo.

Vosotros, ¿cómo "adiestráis" a vuestros hijos?

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