martes, 13 de diciembre de 2011

La superabuela

¿Qué haríamos los hijos sin nuestras madres? Es una gran pregunta, que vuelve a cobrar sentido cuando tienes hijos pequeños. 

Muchas veces, estás deseando que te dejen en paz, porque no puedes impedir que te llenen la cabeza de consejos que ni has pedido, ni quieres. Sin embargo, aportan una ayuda inestimable a muchas familias, incluyendo a la nuestra. 

Cuando teníamos una señora que cuidaba a la peque, no la necesitábamos tanto. Vino alguna vez que la señora tenía que ir al médico y cosas así, pero poco más. Sin embargo, desde que empezamos la guarde, pasa casi más días en mi casa que en la suya, porque alguien tiene que ocuparse de la niña cuando está enferma y, desde que vamos a la guarde, no dejamos de estar enfermos. 

La superabuela llega por la mañana, cuida de la nieta y se queda a comer conmigo. A veces, pasa parte de la tarde con nosotras, hasta que llega el marido de alguna de las dos: El suyo a buscarla o el mío de trabajar. 

La nieta adora a su abuela. Es casi enfermizo, me atrevería a decir. Cuando mi madre se marcha, mi hija llora como jamás ha llorado ni por su padre, ni por mí. ¡Y no veas cómo se alegra cuando la ve llegar! 

Tengo la suerte de que mi madre fue una supermamá y ha sido capaz de reciclarse para ser una superabuela. No es la típica que mete a la niña en un parque o que la ata a la trona para que no dé guerra. Se tira con ella en el suelo, la enseña a bailar, le canta canciones, salen de paseo... ¡Se montan unas fiestas entre las dos! 

El proceso es sencillo: La niña va a la guarde, se pone mala, viene la superabuela, la niña mejora, la niña vuelve a la guarde, la niña vuelve a estar mala... y vuelve la superabuela. 

¡Viva la superabuela! 

jueves, 1 de diciembre de 2011

La mala educación

Estar embarazada siempre es una aventura porque, poco a poco, vas cogiendo volumen, va costándote más moverte en espacios estrechos y entre grandes aglomeraciones de gente, sientes molestias cuando estás en ciertas posturas... No es una queja, estoy encantada de tener a mi pequeñuela dentro, pero es un hecho.

Cuando estaba de 5 meses, estaba sentada en el metro, ocupando casualmente el asiento reservado (ni me había fijado, era el que estaba libre), e iba leyendo un libro. La verdad es que no percibí a la mujer que entraba con un bebé en brazos. Sin embargo, ella sí me percibió a mí, porque me obligo, de muy mala maneras, a levantarme del asiento reservado (que yo también tenía derecho a utilizar). Si se hubiera acercado educadamente, también se lo hubiera cedido. Y, si no me lo hubiera pedido, pero la hubiera visto, también. Al fin y al cabo, en mi caso era una cuestión de comodidad; en el suyo, de seguridad.

Eso sí, estaba tan empecinada en sentarse en el asiento reservado, que ni siquiera que otros pasajeros se ofrecieran a cederle sus asientos la hizo desistir de echarme del mío.

Algunas personas a las que les he contado esta historia me han preguntado el motivo de que no le diera una mala respuesta y la mandara a paseo. Las razones son sencillas: Ella necesitaba más el asiento que yo y yo no discuto por una tontería como esa.

Ahí tenéis la primera muestra que quería hacer de mala educación. Lo malo no es que pidiera el asiento, sino las formas.

La segunda me pasó ayer. Ahora estoy de 6 meses y empiezo a tener un volumen respetable.

Íbamos en el metro mi marido con Pirañita en brazos y yo. Vi un asiento libre y rápidamente me situé de forma que a mi marido le diera tiempo a llegar con la pequeña, para que ambos se sentaran. El asiento estaba dispuesto al lado de otro y enfrentado a otros dos. En los otros asientos había una chica de algo más de veinte años, un hombre de algo más de treinta y una señora que no volvería a cumplir los 60. ¿Adivináis quién se ofreció a cederme el asiento?

En efecto, la señora mayor me ofreció levantarse para que me sentara. Como es natural, le dije que no. ¡Faltaría más! Pero los otros dos, después de ver la escena, ni se inmutaron. Al final, me senté cuando el hombre se levantó para bajarse del tren.

Después, cogimos un autobús que estaba hasta la bandera, motivo por el que nos alegramos de no ir con la sillita, porque no nos hubieran dejado subir.

Había dos personas jóvenes sentadas en los asientos reservados, que nos miraron y apartaron la vista cuando les devolví la mirada.

La verdad es que me preocupaba que mi marido no pudiera sentarse con la niña, porque es una situación peligrosa para ambos. En ese momento, dos señoras mayores nos llamaron para dejarnos ambos asientos. Yo les agradecí que nos dejaran uno para mi marido, pero les pedí que se quedaran el otro. Insistieron y, al final, nos sentamos muy agradecidos.

Ni que decir tiene que había varias personas mucho más jóvenes sentadas en otros tantos asientos que ni se inmutaron.

Mi conclusión es que la gente no tiene modales. Sólo las personas mayores y algunos inmigrantes (y depende mucho de los países de origen) se dignan a ceder un asiento. ¿Los peores? Los jóvenes.

¿Qué educación y valores estamos transmitiendo para que la gente sea cada vez más egoísta y pase de todos los demás? ¿Por qué sólo vemos nuestros derechos y somos tan insolidarios con los demás?

Espero saber transmitir a mis pequeñajas los valores que a mí me enseñaron mis padres porque, igual puedo ir empanada en un medio de transporte en un momento dado, pero a mí me hacían levantarme para ceder el asiento a una persona que lo necesitara o con quien tenía sentido tener una deferencia; y es lo que quiero hacer con mis hijas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

¡Un año!

Hoy cumple años nuestra ya no tan pequeñuela (que para eso ya hasta hermana mayor). Así que, como no, quiero felicitarla a través del blog.

Un día tal que hoy, poquito antes de las 17:00, nuestra Pirañita decidió salir al mundo. Ya llevaba por aquí 37 semanas en su burbujita "todo incluido". Desde entonces, ha tenido que pelear un poco más por todas las cosillas de la vida.

Ha sido un año precioso, lleno de momentos maravillosos, que los momentos más duros no han logrado deslucir.

Tener un bebé en casa no es fácil. Da un trabajo infinito y resulta agotador. ¡Pero es tan gratificante...!

Hemos pasado de tener una bolita mofletuda a una pequeña niña bastante más estilizada; de una criaturita que casi no podía moverse, a un torbellino que no quiere quedarse quieto; de un bebé que sólo sabía comer, descomer y dormir, a un terremoto que come solita (a su manera), gatea, camina (poquito y cuando le da la gana, pero...), sonríe, la lía...

No creo que esta etapa sea más bonita que cualquiera de las anteriores, pero, cuando la gente me dice el terrible: "ojalá se quedaran así", les miro con reproche y les digo que "por supuesto que no", porque cada nueva etapa es también maravillosa (aunque esto daría para otro post).

En cualquier caso, todos los logros son suyos y nosotros nos hemos limitado a estar ahí y darle apoyo. Me siento muy orgullosa de ella y de todo lo que va consiguiendo.

¡Feliz cumpleaños, Pirañita!

lunes, 7 de noviembre de 2011

Chocolatea tu vida

Se supone que los niños no deben tomar chocolate, como mínimo, hasta el año. La nuestra ha decidido que esas recomendaciones no van con ella.

Su primera experiencia con el chocolate fue a los 9 meses, un día que habíamos quedado a comer en un restaurante con unos amigos. Estábamos tomando el postre y la niña estaba un poco pesada, así que su padre se la sentó en el regazo. Estábamos charlando y, de repente, su padre empezó a gritar: "No, no" y a intentar sacar algo de la boca de la peque. Al parece, en un movimiento automático, había metido la cuchara de postre en su plato y se la había metido en la boca a nuestra Pirañita, sin darse cuenta de lo que hacía.

Conclusión: Nuestra niña acababa de probar la tarta de chocolate. Y no, mi marido no consiguió que le devolviera ni las gracias.

Después de eso, aunque no le había sentado mal ni nada, decidimos esperar todavía unos meses para introducir oficialmente el chocolate, ya que es un estimulante.

El caso es que un día estaba yo en la cocina con la niña y, cuando me di la vuelta, me la encuentro sentada en el suelo, con un paquete de cereales abierto, cuyo contenido estaba desparramado por el suelo, y ella seleccionando y comiéndose unas bolitas de chocolate que tenían lo cereales, apartando estos, que estaban mucho menos ricos que el tesoro que acababa de descubrir.

Aún así, no nos rendimos y decidimos vivirlo como un hecho aislado.

Un tiempo después, consiguió abrir un paquete de virutas de chocolate que yo guardaba para una ocasión especial y que había dejado en el salón. Mismo procedimiento: Apertura, desparramamiento y voraz ataque al chocolate.

Una vez más, no nos rendimos. Un hecho aislado. Nada de lo que preocuparse.

Hace un par de semanas, el evento de los cereales se repitió, esta vez con unos copos de trigo con chocolate que se estaba comiendo como si no hubiera un mañana.

Aquí ya nos rendimos. La niña come chocolate y ya está. No le dejamos abusar, pero le damos cosas que tiene chocolate y ella tan contenta. De hecho, hemos descubierto que la leche de fórmula, que no quería ver ni en pintura, ha cobrado un nuevo atractivo al añadirle una pizca de cacao.

No hay mal que por bien no venga.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Garabatos

Cuando Pirañita tenía 8 meses, le compré unas ceras de colores para internarnos en el maravilloso mundo de las artes plásticas. Por supuesto, lo primero que hizo cuando tuvo una en al mano fue metérsela en la boca. Por suerte, había comprado unas ceras adaptadas para niños de 1 año (no encontré para más pequeños), que no son tóxicas.

De vez en cuando, la sentaba en el suelo, ponía delante de ella una cartulina de tamaño DIN A-3 y sus ceras y dejaba que jugueteara con ellas.

El caso es que, de un tiempo a esta parte, ya las muerde menos y dibuja más. Con 11 meses, es capaz de hacer garabatos de varios colores sobre su cartulina y lo pasa en grande. De hecho, por política personal, siempre corto la actividad antes de que se canse de ella, para que se quede con ganas de más, y es una pequeña lucha conseguir que me entregue la última cera que ha quedado en su poder.

Además, el fin de semana pasado, le compré una mesa con dos sillas que le han encantado, aunque las sillas le quedan un poco altas todavía. Así que, casi todos los días, se sienta en su mesa y recibe su dosis de material de dibujo para que se exprese a sus anchas. Ella encantada, claro. Y yo también. Me encanta ver lo mucho que está avanzando la coordinación óculo-manual de nuestra peque.

martes, 25 de octubre de 2011

¿Dormir sin llorar?

El tema del sueño en los niños está sujeto a un gran debate. ¿Se debe dejar llorar a los niños? ¿Se les debe introducir en la cama con sus padres? ¿Cuándo hay que ponerles en su cuarto? 

Lo que yo veo son posturas muy extremas y un montón de gente criticando a los que deciden hacer las cosas según un patrón que no es el suyo. 

Cuando nuestra Pirañita era pequeña, su papá y yo hablamos bastantes veces de cómo plantearíamos el tema del sueño. Lo que estaba claro era que había que ser coherentes: Si le dejamos llorar, siempre le dejamos llorar; si duerme al pecho, siempre le damos pecho para dormir; si duerme meciéndose, todos los días hay que mecerla... 

La intención inicial era tenerla con nosotros en el cuarto hasta los 6 meses o así, pero a los 3 la niña pasaba ya muchas horas entre tomas y, aunque aún había que levantarse muchas veces para recolocarle el chupete, la pusimos en su cuarto. Creo que fue una buena cosa porque, aunque para mí era más esfuerzo, ella se adaptó sin dificultad al cambio. 

En todo caso, yo me sentía muy incómoda dejando a la niña llorar. Si un niño llora, es por algo y, aunque pueda ser una reacción que nos parezca desproporcionada o inaceptable, lo cierto es que un bebé es una personita con muy pocos recursos y, por tanto, se expresa como puede. Si, además, es efectivo, la estrategia está clara. 

Nosotros optamos por una rutina de sueño sencilla: Baño, cena, cama. 

La peque siempre se ha dormido bien al pecho, así que el procedimiento nunca ha sido complicado. Mientras cenaba se iba relajando y, llegados a un punto, solía dormirse. 

Cuando introdujimos el biberón de cereales por la noche, su padre empezó a dormirla en la cuna, mientras le hacía mimitos. Sin embargo, cuando empezó a necesitar más comida, volvimos a introducir pecho después del biberón, en lugar de añadir más leche de fórmula. De este modo, volví a disfrutar de dormir a mi pequeñuela en brazos y enganchada al pezón. 

Hace pocas semanas, planteé a mi marido que igual iba siendo hora de que la niña aprendiera a dormirse sola. Para mí fue muy duro pensar en dejar de tener a mi bebé durmiéndose entre mis brazos, pero con 11 meses parecía un momento acertado para empezar, especialmente teniendo en cuenta que en 4 llegará su hermana y toda autonomía será poca. 

Al principio, pensamos en quitarle la toma de pecho y aumentar la cantidad de leche de fórmula. Al final, decidimos cambiar el orden: Primer pecho, después biberón. 

La niña acepta poco pecho después del baño porque, por hábito, está esperando el biberón. Su padre se lo da en su cuarto, con las luces ya apagadas, y la acuesta medio dormida justo después. Pirañita ha empezado desde entonces a abrazar uno de los osos que llevan acompañándola en su cuna desde el día que nació y se queda tan a gusto hasta que se duerme completamente. 

Ni llantos, ni lágrimas, ni corazón en un puño... El proceso ha sido suave para todos. 

Es cierto que, cuando se despierta por la noche, no acepta que la dejes en la cuna y te largues. Si lo haces, se pone como una fiera. Has de esperar a que esté tranquila y muy relajada para emprender la retirada, pero sólo suele despertarse cuando está malita (que desde que empezó la guardería es la constante) y algo la desvela. 

En cualquier caso, estoy contenta, porque creo que estamos haciendo las cosas del modo en que nosotros nos sentimos cómodos. No tenemos prisa por llegar a ninguna parte, pero tampoco queremos dejar las cosas en un estado concreto porque sí. 

Al final, creo que eso es lo importante: Encontrar lo que a uno y a su familia le funciona. 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Pésames

Últimamente he estado muy liada y, claro, así no hay quien atienda un blog, pero ya sabéis que ser mamá trabajadora es lo que tiene...

Una de las causas de estar liada (y cansada) ha sido el inicio de mi segundo embarazo. Ya estamos de más de 20 semanas y hoy nos harán la ecografía correspondiente. Todo el mundo pregunta qué va a ser, seguido de un "y tú qué prefieres", como si la preferencia de uno fuera a cambiar lo que ya es desde el momento de la concepción... En fin, como nos da igual, pues ya está...

Y lo que quería compartiros es la rabia que me da cada vez que alguien me da el pésame por estar embarazada.

Con el primero, casi todo el mundo te felicitaba, aunque algunos preguntaban con cierto reparo si lo habíamos buscado. Ahora ya ni eso, incluso la enfermera de mi ginecólogo de la seguridad social me dijo que, "bueno, son cosas que pasan..."

¿Tan difícil es comprender que un matrimonio pueda querer tener a sus hijos seguidos?

Estoy un poco cansada de oír los repetitivos: "Hay cosas peores", "esas cosas pasan", "bueno... igual para ellos es mejor..."; como si fuera poco menos que una desgracia amortigable que vayamos a tener otro hijo.

Pero, la repanocha, es cuando les dices que lo has buscado y te dicen cosas como: "Estáis locos", "es demasiado pronto", "cómo se os ocurre"...

Vamos, que para tener el segundo casi hay que pedir perdón y permiso.

Pues, señoras y señores, sepan ustedes que estamos embarazados, que lo hemos buscado, que estamos encantados y no pensamos pedir perdón ni permiso a nadie para tener los hijos que nos dé la gana, cuando nos dé la gana y como nos dé la gana (que seguro que nuestros mínimos para tener un hijo son mucho más altos que los de muchos de ustedes). Por tanto, gracias por las felicitaciones y guárdense sus pésames, que nosotros somos muy felices, gracias.

miércoles, 27 de julio de 2011

Viajar en tren con un bebé

Este fin de semana, aprovechando el puente, estuvimos en Asturias visitando a la familia de mi marido. Era nuestro segundo viaje para ir a verles desde que nació la peque y ambos los hemos hecho en tren. 

Elegimos el tren porque tenía claro que el coche era una mala opción (nuestra nena odia ir en coche y, en la práctica, sólo conduzco yo), y el autobús no era mucho mejor que el coche en comodidad, ni en tiempo que el tren. Además, el tren tiene algunas cosas bastante chulas, como poder levantarse a dar un paseo, ir a la cafetería, que te calienten la comida de la peque... 

Como añadido, ya en nuestro primer viaje, descubrimos que el grupo 0 que tenemos cabe a los pies del asiento (dejando de caber los pies, claro), así que podíamos poner a la niña dormida en el asiento mientras comíamos o descansábamos un poco de tenerla en brazos. 

El viaje anterior fue un poco duro, especialmente la vuelta, y yo estaba temblando pensando en éste. 

La ida fue estupenda. La niña jugó un rato, hizo carantoñas a todos los que teníamos sentados cerca, cenó y se quedó frita. Despertó una hora antes de llegar a destino (23:50 como hora de llegada) y ya no hubo quien la durmiera, ni siquiera cuando intentamos hacerlo al llegar a la casa de mi suegro, pero bueno, a las 2:00 la teníamos dormida y estábamos en disposición de dormir nosotros también. 

La vuelta fue un poco más latosa, porque la niña estaba un poco tontorrona y su padre se resistía a sentarla en la silla, porque sabía que iba a montar un pollo. Aún así, insistí en que teníamos que dormirla y que la sentara y, después de mecerla un poco, cayó en letargo, dejándonos comer antes de hacerlo ella. Después ya no durmió más y quería jugar todo el rato. 

Yo no podía más, porque tenía un sueño que me moría, pero no había conseguido dormir nada; así que su papá se ocupó de ella, que para algo es el mejor papá/marido del mundo. 

Y ése fue nuestro viaje en tren. La próxima vez (que será para Navidad), repetiremos medio de transporte, porque sigo pensando que las alternativas son peores y, bueno, veremos qué tal nos va cuando ya no podamos utilizar el grupo 0...

viernes, 22 de julio de 2011

Conciliando por la fuerza

Mi hermana pequeña es abogado y, de vez en cuando, me manda leyes y sentencias sobre cosas que cree que me pueden interesar. El otro día me mandó una sentencia reciente relacionada con la conciliación y os la paso a detallar.

Mujer tiene hijo, coge baja de maternidad, se reincorpora y pide reducción de jornada, que la empresa aprueba. Pasa el tiempo y la mujer parece que no se acaba de reincorporar a tiempo completo, así que la empresa le ofrece hacerlo, ya que no sale de ella. La mujer declina. La empresa le pide que se reincorpore a tiempo completo, aunque sea cobrando como horas extra. La mujer declina. La empresa contrata a alguien para que complete su horario de tarde y sigue pidiéndole que se reincorpore. La mujer sigue negándose, así que le preguntan si piensa agotar el máximo legal. La mujer contesta abiertamente que sí. La mujer avisa de que vuelve a estar embarazada y la empresa la echa, alegando despido procedente, por motivos económicos y de reducción de plantilla.

El juez determinó que la mujer tenía razón porque:

1. La empresa no pudo demostrar con documentos que estuviera pasando un momento económico adverso que justificara el despido.

2. El puesto de la empleada no había desaparecido, como justificaban, porque, al poco de despedirla, hicieron indefinida a la compañera que hacía las horas de la tarde.

Conclusión:

Empresa condenada a devolver el puesto de trabajo a la mujer, dado que el despido se consideró nulo. Así mismo, obligación de la mujer de devolver la compensación económica recibida y de la empresa de pagarle todos los sueldos intermedios que había dejado de cobrar desde que había sido despedida.

Y me pregunto yo... ¿Hasta cuándo las empresas van a seguir persiguiendo a los trabajadores que eligen solicitar las pocas medidas de conciliación que hay en nuestro país?

Y luego nos llenamos la boca hablando de igualdad...

jueves, 21 de julio de 2011

¡Bebés al suelo!

Leo con frecuencia a madres preocupadas porque sus bebés de 10 meses o más no gatean, o por bebés de 8 meses que no son capaces de sentarse. Algunos ni siquiera se dan la vuelta para pasar de boca abajo a boca arriba, y viceversa.

Muchas veces, la primera respuesta del entorno es: "No te preocupes, cada niño tiene su ritmo..." Pero yo creo que las mamás hacen bien en preocuparse. Con esto no quiero decir que tengan que salir corriendo al pediatra (aunque sería bueno que se lo comentaran en la próxima visita), pero sí que es razonable preguntarse si no habrá algún problema cuando tu hijo está por debajo de la media a la hora de empezar ciertos comportamientos motrices.

Lo más probable es que el niño que tarda más en alcanzar un estadio de desarrollo motriz lo haga por falta de oportunidad. Si tu bebé está tardando más de lo normal en conseguir sentarse, darse la vuelta o gatear, deberías preguntarte: ¿Cuántas oportunidades doy a mi hijo de "trabajar" esas habilidades?

Un bebé normal debería pasar un buen número de horas durmiendo (es esencial que el bebé esté descansado), un cierto tiempo comiendo (es imprescindible que esté bien alimentado) y, al menos, 4 horas al día en el suelo (algunas de las cuales pueden ser durmiendo, aunque, si has de elegir, mejor que sea cuando está despierto).

Sí, sí, 4 horas. Sí, sí, en el suelo.

Es evidente que no vamos a dejar a nuestro bebé en un suelo sucio o demasiado frío. Utilizaremos alfombras, piezas de esas de puzzle o incluso una manta de actividades para que hagan de aislante. Así mismo, será necesario que esas superficies estén limpias, aunque no es necesario que estén estériles (tampoco te obsesiones con la limpieza).

El niño debería vestir con el mínimo de ropa imprescindible. Una ranita o body será suficiente cuando todavía no gatea. Si está empezando, ponle pantalón largo y calcetines si el clima lo permite. Si en tu casa hace mucho frío para tenerlo poco vestido, sube la calefacción o añade un radiador eléctrico en la habitación en la que se encuentre el niño, siempre cuidando que no se convierta en un foco de riesgo para la integridad del pequeño. Si el niño lleva mucha ropa, le costará moverse, así que tenemos que ponérselo fácil.

Es importante que, una vez en el suelo, estimulemos al niño a moverse. Para ello, podemos servirnos de juguetes, almohadones... Pero lo más importante es que estemos con el bebé. Debemos animarle verbalmente y con nuestro contacto físico. También es importante darle ejemplo. Si queremos que gatee, por ejemplo, es bueno que nos vea gatear a nosotros primero, porque eso hará que desee imitar nuestro comportamiento y, además, le dará una referencia del tipo de movimientos que tiene que hacer para conseguir moverse como nosotros.

Lo normal es que el niño se arrastre antes de gatear. Incluso hay niños que, una vez sentados, "culean" (arrastran el culete) en lugar de gatear. El principal objetivo es que el niño encuentre un modo de desplazarse y muestre interés por el entorno. Si esto es así, es cuestión de dejarle suficiente tiempo en el suelo que sea capaz de moverse con soltura.

Por supuesto, estamos hablando de dejar al niño en el suelo boca abajo. Esto puede inquietar a algunos padres, pues sus niños lloran mucho y parece que se agobian cuando están boca abajo. Conozco la sensación, porque nos pasaba con nuestra peque. Sin embargo, es importante tener en cuenta que sólo estando boca abajo podrán ejercitar los brazos y las piernas lo suficiente como para que sean capaces de sostener su peso. Boca arriba, podrán mejorar destrezas como golpear, agarrar o soltar objetos que cuelguen sobre ellos, pero no tendrán carga suficiente como para mejorar a nivel de fuerza.

Así mismo, hay un hecho poco conocido por muchos padres y es que sus hijos tienen un sistema respiratorio muy precario. Esto significa que no se adaptan bien a las demandas extras que supone hacer un esfuerzo físico grande. Por tanto, para aumentar su frecuencia respiratoria (y también cardíaca) algunos niños lloran, consiguiendo que una mayor cantidad de aire entre en su organismo. De hecho, al poco de empezar a llorar, es frecuente ver a los niños aumentar su nivel de actividad y una mayor cantidad de movimiento es fácilmente observable. Los padres tenemos que aprender a diferenciar este llanto de "esfuerzo" de los llantos asociados a dolor, hambre, sueño... Mientras el llanto sea de esfuerzo, es mejor dejar al niño intentar moverse. Le está costando, pero merecerá la pena. Una vez el niño consigue un logro evidente para ti y para él (avanzar unos centímetros arrastrándose, por ejemplo), abrázalo, bésalo, dile lo orgullosa que estás de él... Ha hecho un gran esfuerzo y ha obtenido un gran logro, no dejes que os pase desapercibido a ninguno de los dos.

También es importante que no dejes que el niño se fatigue demasiado. Si estás con él, pronto sabrás distinguir cuándo empieza a cansarse. Entonces, cámbialo de posición, inicia con él otra actividad... Haz algo distinto con él hasta que esté recuperado y descansado como para volver al suelo boca abajo. Al principio, podrá estar en el suelo boca abajo sólo unos minutos sin fatigarse demasiado. Si es así, no fuerces más, cuando veas que empieza a cansarse cambia de actividad y vuelve cuando vuelva a estar en condiciones óptimas.

Entonces, ¿no has dicho que en el suelo 4 horas al día? Sí, pero no seguidas. Un ratito aquí, otro allá. Igual al principio no son 4 horas, porque tu bebé aún duerme mucho o se fatiga demasiado. No pasa nada. Las 4 horas son un objetivo que alcanzaremos poco a poco. De hecho, cuando empiece a moverse con soltura, tu problema no será qué hacer para dejarle en el suelo, sino cómo convencerle de que hay que hacer otras cosas.

Una cosa que ayuda mucho a los bebés que se angustian boca abajo (y aún más a sus padres) es aprender a darse la vuelta. Próximamente os contaré cómo ayudamos nosotros a nuestra peque a desarrollar esta interesantísima habilidad.

Si queréis saber más sobre cómo ayudar a vuestros bebés a mejorar en su desarrollo motor, os recomiendo leer: "Cómo enseñar a su bebé a ser físicamente excelente", de Glenn Doman. Su programa es muy ambicioso y sólo para mamás a tiempo completo, pero podéis coger ideas para hacer vuestro propio plan de estimulación.

jueves, 7 de julio de 2011

Pirañita usa chupete

DentyChild_light copyphoto © 2009 sovgunga | more info (via: Wylio)

El tema del chupete siempre es controvertido. ¿Se lo doy o no?

Mi primera opción fue "no". Había leído que podía interferir con la lactancia y, si había algo que tenía claro, era que quería dar el pecho a la peque. Además, está el mito de los problemas con los dientes, aunque eso no me afectó tanto como lo otro.

Sin embargo, por la presión de las enfermeras y la familia, acabamos poniéndole un chupete la segunda noche, bajo la falacia de que dormiríamos mejor. No dormimos mejor. Mi marido sí, pero fue porque yo me ocupé de la peque toda la noche, no por el chupete. Al final, en lugar de levantarte a consolarla, te levantabas a volver a meter el chupete en su boca. Así que dejamos de usarlo más convencidos que nunca.

A eso de los dos meses, la peque empezó a chuparse constantemente los puños, que intentaba meterse enteros en la boca. Además, mostraba molestia en la boca. Pensamos que igual le molestaban las encías y no nos hacía gracia que se aficionara a meterse la mano o los dedos en la boca, porque el chupete se lo puedes quitar, pero a ver cómo le quitas el dedo.

Conclusión: Pirañita empezó a usar chupete.

Como aún era muy torpe, se le caía y no era capaz de volver a metérselo en la boca, así que me pasaba las noches levantándome lo justo para encontrar el chupete extraviado y devolverlo a la boca de la peque. Cuando, con 3 meses, la cambiamos a su cuarto, iba a su habitación sólo a volver a colocarle el chupete porque, aunque despierta ya iba teniendo cierta destreza, medio dormida no había manera.

Supongo que fue porque esperamos dentro de los plazos que se recomiendan, pero el chupete no nos dio problema alguno con la lactancia. De hecho, la niña sigue mamando como una campeona, y eso que ahora toma un biberón de cereales todas las noches antes del pecho.

Con el tiempo, me enteré de la recomendación de utilizar chupete porque está demostrado que reduce el riesgo de muerte súbita del lactante. Es curioso que, al contrario que pasa con la postura para dormir, de esto no haya tanta información.

De momento, el chupete es un consuelo válido para Pirañita. Me pregunto cómo lo pasaremos el día que decidamos quitárselo... Pero bueno, como la recomendación de uso es hasta el año para prevenir la muerte súbita, supongo que, como mínimo, se lo mantendremos hasta entonces.

martes, 28 de junio de 2011

Por qué compré... Cross Reverse de Jané


Aquí inauguro una nueva sección: Por qué compré...

Tenía ganas de compartir algunas de mis experiencias comprando cosas de bebé, tanto las que me han servido, como las que no. Empiezo por la silla, porque nos costó mucho decidirnos y casi no había información sobre ella en internet.

Después de mucho informarme, tenía claro lo que quería antes de ir a la primera tienda, lo cual tenía la ventaja de no sentirme abrumada por la amplia gama de artilugios y prestaciones de las sillas, pero también la desventaja de limitar mucho el abanico de opciones reales, porque no era fácil encontrar todo lo que quería.

Lo que buscábamos era una silla que tuviera:

- Silla, capazo y, a ser posible, grupo 0 (para no tener que pagarlo a parte).

- 4 ruedas, ni 3, ni 6, ni 8.

- Dimensiones adecuadas para nuestro ascensor. Vivimos en un 6º, así que esto no era negociable.

- Varias posiciones de respaldo y varias para las piernas, de forma independiente (ahora se lleva mucho tener una hamaca que gira en bloque, lo que no permite que el niño esté realmente tumbado).

- Una posición de respaldo y piernas que permitiera al niño tener la espalda completamente recta, como si estuviera en el capazo.

- Sujeción a 5 puntos para el niño.

- Plegado en paraguas y que, una vez plegada, se mantuviera de pie.

- Manillar con varias posiciones.

- Manillar con barra, que se pudiera manejar con una sola mano.

- Cesta inferior ancha.

- Que no tuviéramos que comprar accesorios a parte.

- Un buen servicio técnico y recambios a tiempo vista.

- Silla que permitiera llevar al niño mirando hacia mamá o hacia la calle, según conveniencia.

- También queríamos que fuera lo más ligera posible, aunque eso no siempre es compatible con todo lo demás.

Estos criterios eliminaban la mayoría de las sillas, especialmente por el plegado y las posiciones de respaldo y piernas. También el tema del número de ruedas nos quitó algunas de la lista, aunque ahora hay muchas con 4 ruedas simples.

Al final, nos quedaron la Trio de Chicco, la Streety de Bebeconfort y la Cross Reverse de Jané.

Compramos la de Jané porque era más robusta (aunque pesaba más), tenía el capazo homologado para el coche (así no teníamos que poner al bebé recién nacido en el grupo 0), las ruedas de atrás eran todoterreno (lo cual es importante cuando tienes que subir y bajar 8 escalones para entrar y salir del portal) y las otras tenían críticas dudosas en internet. En realidad, creo que ahí la Cross Reverse salió ganando sólo porque no encontramos nada.

Mi suegra, que era quien nos la regalaba, no parecía muy contenta cuando le dijimos cuál era nuestra elección, porque la que nos habían enseñado en la tienda el día que la vimos era morada y no le gustó el color. En realidad, ella nos habría regalado la Bugaboo Camaleon, si yo no hubiera comentado las muchísimas pegas que le encontraba (sin mencionar el precio). De todas formas, creo que ahora se alegra de que eligiéramos ésta, porque se da cuenta de lo práctica que nos resulta.

Elegimos las telas de color vino y la Fórmula Strata (capazo + grupo 0). El color es el que más me gustaba y volvería a elegirlo, pero creo que, a toro pasado, hubiera escogido el capazo Matrix, que se convierte en grupo 0. Es un cacharro menos en casa y da el mismo servicio. También es verdad que a mí no me gusta poner el grupo 0 en la silla y viajamos muy poco en coche.

Después de más de 7 meses de uso puedo decir que estoy contenta con la compra, aunque no es perfecta, ni mucho menos. La recomendaría, pero le encuentro algunas pegas que estaría bien que resolvieran.

Pros: Todo lo dicho hasta ahora. Además, tiene una ventanita en la capota que te permite ver al bebé cuando va en sentido de la marcha que encuentro bastante chula. Encuentro que las ruedas todoterreno han sido un acierto porque, aunque vivimos en la ciudad, para ir al parque, atravesar zonas en obras, baches o subir bordillos son estupendas.

Inconvenientes: Tiene el freno en el pie y, además, a nosotros se nos atasca a veces cuando lo quitamos. No se puede plegar sin quitar la capota de la silla. A pesar de caber en nuestro ascensor es bastante grande y pasa justita por muchas puertas. No se puede plegar si está en la posición en que el niño mira a la madre.

Espero que os haya gustado y, sobre todo, que os haya servido, bien para decidiros por ella, bien para descartarla.

viernes, 24 de junio de 2011

Estimulación: ¿sí o no?


Stimulation Babyphoto © 2008 Arild Langtind | more info (via: Wylio)

En el blog de Me gusta ser mamá hay una entrada en la que Mamareciente pregunta sobre el Método Kumon. A partir de ahí, algunas hemos hablado de algunos métodos de estimulación y otras han decidido criticarlos, incluso jactándose de no conocerlos. Cada familia intenta dar a sus hijos lo que cree que es mejor y, si esa es la medida, las distintas opciones son igualmente respetables. Sin embargo, creo que no está de más hablar de ello y por eso os voy a contar un poco lo que hago y por qué.

Yo estimulo a mi bebé. No sé si lo hago mucho o poco, sólo que lo hago más que unas mamás y menos que otras. En realidad, todos estimulamos a nuestros bebés. ¡Pobres de ellos si no fuera así! Recuerdo un estudio del que nos hablaron en la carrera en la que dos psiquiatras habían tenido un hijo y lo habían metido una burbuja para ver qué pasaba. El niño acabó con retraso mental, motor, autismo... Ni que decir tiene que les quitaron la custodia y, si el mundo es justo, les mandarían a la cárcel. Pero demostraron algo importante: Un niño que no recibe estímulos, no se desarrolla.

Por tanto, la pregunta no es si estimular o no al niño, sino cómo, cuándo, cuánto...

adventures in babysittingphoto © 2007 Jodie Wilson | more info (via: Wylio)

Hay familias que deciden no hacer una estimulación sistemática a sus hijos, porque piensan que no merece la pena el esfuerzo, que no va a tener efecto, que es algo así como medio maltratar a sus hijos... Otras familias hacen planes de estimulación supersistemáticos e hiperambiciosos para convertir a sus hijos en los genios del S. XXI.

Yo no quiero dejar el desarrollo de mi hija al azar. No quiero que le falte estimulación en ningún área porque no me he puesto a ello. Creo que sería un error por mi parte pensar que, por casualidad, voy a responder a todas las necesidades estimulativas de mi hija con suficiente intensidad y frecuencia sin pensar en ello. Quiero hablarle lo suficiente, repetirle el nombre de las cosas lo suficiente, dejarle moverse lo suficiente...

Lo suficiente, ¿para qué? Pues para que sea todo lo que pueda y quiera ser.

She sits!photo © 2010 Sonya Green | more info (via: Wylio)

Tal y como yo lo veo, nuestra obligación como padres para con Pirañita es dejar que lo explore todo, que lo conozca todo y que sobreviva al proceso. Nada de palabras ñoñas, nada de tonterías, hechos y verdades. Le costará lo mismo aprender cualquier tontería que algo útil. Prefiero que sea lo segundo que lo primero.

Y, ¿cómo aprenden los niños? Repitiendo, repitiendo, repitiendo... Pero no como imposición o castigo, sino como parte de nuestra rutina de juegos. Podemos darle la oportunidad de no aprender nada, encerrándola en un corralito todo el día con cuatro juguetes que tiene más que vistos, o podemos enseñarle cosas nuevas y emocionantes mientras nos movemos por toda la casa (aunque nos arriesguemos a llevarnos más coscorrones y los papás tengamos que estar más pendientes). Así es como lo vemos y, por eso, tenemos un plan de actividades con la peque, que incluyen tenerla en el suelo todo el tiempo que estamos en casa y no está durmiendo.

Y no, no vamos a "sobreestimularla". Cuando se cansa o no le apetece, pasa; y tú ya puedes hacer lo que quieras, que ella ha visto una mota de polvo más interesante que tú y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. ¡Qué listos son los bebés! Y, ¿para qué vas a luchar contra los imponderables? Si no le apetece, ya le apetecerá en otro momento (o no, ya se verá).

Baby Flash Cardsphoto © 2007 caroline tran | more info (via: Wylio)

Mi hija no necesita que la convierta en un genio, porque ya lo es. Y la hija de la vecina del tercero. Y ese niño que me crucé esta mañana por la calle. Y ese bebé con Síndrome de Down, ése también es un genio. Todos los niños lo son. Son genios del aprendizaje. El más torpe puede aprender cualquier cosa más rápido y mejor que yo, que tú, que tu jefe y que aquel tipo tan inteligente que hizo contigo la carrera. Sabios no, porque eso lo da la experiencia, pero inteligentes... Más que nadie que conozcas.

Y, por cierto, les encanta. Les encanta aprender. Lo quieren aprender todo y, al igual que nosotros, lo quieren ya. La diferencia es que a ellos no les detiene fallar, caerse, pronunciar mal, tener que repetir lo mismo una y otra vez hasta que salga... Ni siquiera les detiene su propia integridad física. Todo vale. ¿Qué textura tendrá eso? ¿A qué sabrá? ¿Cómo huele? ¿Suena si lo muevo o lo golpeo? ¿Podré ver lo que tiene dentro? Y les da lo mismo que sea un juguete, una cuchara o un enchufe.

La verdad es que ella se apunta a todo, el límite es lo que nosotros podemos aguantar, tanto física, como mentalmente. Al fin y al cabo, ella es un genio y nosotros sólo sus padres.

uriphoto © 2003 ella | more info (via: Wylio)

miércoles, 22 de junio de 2011

Guarde, sí o no

Guardería Garabatosphoto © 2011 Alejandro Manuel López Garrido | more info (via: Wylio)

El año pasado, pedimos plaza para Pirañita en la guardería pública, estando yo todavía embarazada. Como nacía después del veinti-algo de junio, nos metieron en la lista de espera y, cuando nació, no tenía plaza. Ninguna sorpresa, a parte de lo injusto que es que una familia no tenga derecho a plaza en base a la fecha de nacimiento de sus hijos, pero bueno...

Al final, contratamos a una señora que se ocupa de ella desde que mi marido se va a trabajar hasta que yo llego del curro. En total, está con ella 6 horas, porque mi marido ha hecho un cambio de horario y yo una reducción de jornada y así pasamos el máximo tiempo posible con ella. 

Este año, pedimos otra vez la pública y 3 concertadas de nuestra zona. 

Los de la pública te mandan un montón de emails y sms para decirte que tu hija no está admitida. Las concertadas hay que visitarlas una a una para descubrir si has tenido suerte. Sonó la flauta y conseguimos plaza en la que está más cerca de casa (que era la que más me gustaba). 

Hoy han llamado a mi marido de la pública y le han dicho que ha quedado una plaza libre y que, si la queremos, es nuestra. Aún no hemos entregado la matrícula en la otra, pero sí la solicitud de la beca de comedor (no creo que nos la den, pero hay que intentarlo...). En realidad, cuestan lo mismo, tienen las mismas ratios... Las principales diferencias tienen que ver con que la pública la abrieron este curso y la otra lleva muchos años abierta. Es cierto que la concertada tiene niños desde los 0 a los 6 años y la pública sólo hasta los 3, pero da igual, porque tiene patios separados por edades. 

En cualquier caso, este no es el dilema que me preocupa, porque creo que iríamos a la concertada, que tiene una hora más de clase al día por el mismo precio. La duda es si ir o no. 

Luc with Toysphoto © 2007 Michael Coghlan | more info (via: Wylio)


Nunca me han gustado mucho las guarderías. El concepto me repatea un poco. Cuando lo digo en voz alta, todo el mundo me dice lo super-importante que el bebé se socialice. Soy diplomada en magisterio y he estudiado un poquito sobre desarrollo evolutivo y creo que un bebé de menos de un año no se va a beneficiar en absoluto de esa supuesta "socialización". De hecho, si pudiera quedarme en casa, ni me planteaba lo de la guarde: Un entorno hostil, exceso de niños por cuidador (si a mí me cuesta sólo con una...), institucionalización, adaptación de la niña a los horarios de los cuidadores y no al revés, enfermedades...

Pero, claro, la mujer que cuida de la niña (que es estupenda) cobra más que lo que cuesta la guarde con comedor y, además, podría volverse a su país cualquier día (riesgo muy real, porque el resto de su familia ya se ha vuelto) y dejarme en una situación comprometida, porque con ella la dejo con toda confianza, pero meter una desconocida a cuidar de mi peque... Pero, si tuviera a alguien de confianza que cobrara lo mismo, aunque sea un esfuerzo, puede merecer la pena. 

Y, claro, el año que viene no conseguimos plaza en una guarde pública o concertada ni comprando un jamón a la directora... 

¡Cómo odio no poder quedarme con mi peque, que es lo que me gustaría...! 

viernes, 17 de junio de 2011

"¿Has visto eso?"

"¿Has visto eso?" "¡No te puedes perder esto!" "¿Cuándo ha empezado a...?" "¿Dónde está la cámara de fotos?" 

Nuestra ha hecho 7 meses este fin de semana y va a una velocidad de vértigo. Gatea y/o se arrastra por toda la casa, se agarra aquí, coge tal cosa, rompe tal otra... La última es que se pone de pie con ayuda de los barrotes de la cuna. ¡No para ni un segundo! 

Nos tiene maravillados lo rápido que avanza. Supongo que es lo normal, pero no deja de ser impresionante. Cada día, descubre algo, hace algo nuevo y es más peligrosa, porque nada la frena. Estoy convencida de que nos entiende cuando le decimos "no", porque se para en seco y nos mira. Entonces, pone cara de buena, se da la vuelta y vuelve a lo suyo, pasando olímpicamente de nosotros. 

En cualquier caso, estamos encantados, porque es muy inquieta y pensamos que eso es bueno. 

Entre que no para de parlotear y que cuando menos lo esperemos se lanza a andar... ¡Prepárate Mundo, que aquí viene Pirañita pisando fuerte!

sábado, 11 de junio de 2011

¿Estamos locos?

Enganchadophoto © 2008 Daniel Lobo | more info (via: Wylio)


Ayer leí en 20 Minutos (Madrid) una noticia escalofriante: Habían separado a una madre de su hija porque se negaba a destetarla con 13 meses.

Por lo visto, la mujer, de 22 años, vivía con su hija en una suerte de centro de acogida. Desde asuntos sociales dicen que la lactancia no fue el motivo, sino que la madre tiene un transtorno mental. Sin embargo, parece que la psiquiatra que la ha reconocido no encuentra rastro de dicho transtorno.

Es cierto que, cuando hablas con la gente sobre la lactancia, te miran raro, o directamente te critican, cuando dices que vas a seguir con la lactancia de forma indefinida (no porque sea para siempre, sino porque no sabes cuándo terminará, pero no tienes ninguna prisa). Incluso mi pediatra me miró raro cuando le dije que quería hacer las papillas de Pirañita (el apodo que le pusimos a la peque el día que nació por el bocado que me pegó según alcanzó el primer pezón) con la leche que llevaba un par de meses extrayendo para ello.

Sin embargo, una cosa que es te miren raro o te critiquen y otra bien distinta que te quiten la guarda y custodia de tus hijos. Esto es aún más escandaloso cuando la OMS recomienda 2 años de lactancia (siendo exclusiva sólo hasta los 6 meses). ¿Qué puedes decir cuando las instituciones que teóricamente han de defender los intereses del niño le quitan nada menos que a su madre por suministrarle la mejor leche del mundo?

Como decía un cura que conocí: "¡Vivan la madre que nos parió y los pechos que nos criaron!"

viernes, 10 de junio de 2011

Y fuimos tres


En 2009 me casé con mi marido y, a finales del 2010, tuvimos nuestra primera (y todavía única) hija. 

Cuando me preguntan, siempre digo que ser madre es cansado, pero muy divertido. Tiene sus momentos, como todo, pero es una experiencia que supera todas las expectativas. 

Una de las cosas que echo de menos es tener más mamás en funciones a mi alrededor, para compartir un poquito todas esas cosas que te van pasando, que se te ocurren, que descubres... Y, como en mi entorno no hay muchas, he decidido abrir este blog, en el que contaré todo lo que me parezca interesante sobre este tema. 

Bienvenidos todos.