sábado, 31 de agosto de 2013

18 meses con Cachorrito

Ya llevamos año y medio con la benjamina de la casa fuera del horno.
Está creciendo muchísimo, o esa sensación tengo yo, que la veo pegándose coscorrones en sitios por los que antes pasaba sin problemas. Parece que de altura sigue en su percentil 75, como una campeona.

Sin embargo, estamos alerta, porque ha bajado mucho en el percentil de peso. Ha pasado de estar bastante por encima de la línea del 50 a estar a mitad de camino entre el 25 y el 50. Sé que eso no tiene por qué ser malo, pero voy a estar pendiente para ver si hay algo en su alimentación a lo que haya que prestar un poco más de atención.

Su motricidad general avanza viento en popa. Anda un montón, ya corre y sigue intentando saltar. Le gusta hacer equilibrios y lanzar la pelota. En la piscina, es la reina. Con su manguitos, nada que da gusto. Explorando por sí misma, ha aprendido a impulsarse y avanza despacio, pero seguro. Mi niña aguerrida...

La motricidad fina también va  muy bien. Sus garabatos son cada vez mád complejos y disfruta con actividades que impliquen cucharas, masa, papel, algodones...

Cada vez habla más. Ya utiliza algunas palabras en dos idiomas. De hecho, a veces te pide algo en un idioma y, si no se lo das, te lo pide en el otro.

Lo más confuso es el "pi-pi", que usa indistintamente para referirse a ir al baño o a los medios de transporte. Así que, a veces quiere que le des un coche y acaba en el váter, por si acaso.

En cuanto al control de esfínteres, ya es un "culete feliz". Tiene algún accidente, pero nada fuera de lo normal. Además, hemos desterrado los orinales, aunque a ella le gustaban. Ya lo hace bien en el váter y creemos que es mejor que lo hga ahí. ¡Incluso está haciendo la siesta sin pañal! Eso sí, para las noches, sin prisa.

El verano le ha sentado genial, al.igual que las vacaciones. Ya va tranquila en el coche (hasta ahora lloraba sin cesar desde que montaba hasta que bajaba). Ha sido una gran mejora y nos está permitiendo soñar con excursiones y salidas que antes no eran planteables.

Su relación con Pirañita es maravillosa. Lo pasan genial juntas y se chinchan a partes iguales. Por otro lado, hemos tenido que empezar a trabajar las correcciones de conducta, porque empieza a tener la mano un poco larga. No es una cosa problemática, pero vamos a cortarlo antes de que empiece a serlo.

Es curioso cómo han cambiado las tornas, porque ahora Cachorrito está muy sociable y Pirañita más reservada. De hecho, ha estado siendo la gran conquistadora del verano con sus risas y sus gracias.

Cuando ve otros niños, te informa y los señala, pero su principal interacción con ellos es para decirles: "No". "No cojas eso", "no vengas aquí", "he dicho que no"...

Es una niña feliz y algre, aunque con mucho genio. No es fácil llevarle la contraria y sus perretas son memorables.

Le gusta mucho leer y se ha notado mucho su creciente interés por los libros, que tare a la voz de "quento, quento". Me encanta que a mis hijas les gusten los libros.

Siguen apasionándole Peppa Pig, aunque Dora y Mickey están entrando con fuerza. Creo que màs que ver dibujos, lo que le gusta es reconocer los personajes cuando nos los cruzamos: Una pelota en el parqur, una toalla en la piscina, una colonia en el supermercado...

Ya año y medio... Es raro cómo crecen los segundos. Todo parece ir más rápido y, sin embargo, es difícil recordar cómo era nuestra vida sólo con uno.

¡Cómo la quiero!

jueves, 29 de agosto de 2013

Cucharas y algodones


El otro día, pensé en ofrecer a las peques una actividad de identificación de colores en las que, además, trabajaran la motricidad fina.


Saqué una bolsa de algodones de colores (que sale mucho más barato que comprar pompones y sirve para muchas propuestas que podéis encontrar en internet para ese material), recipientes de colores, una ensaladera y un par de cucharas.



Di a cada niña una cuchara y coloqué un algodón del color correspondiente en cada recipiente.


Pero mis hijas tenían otros planes.

Cada una se quedó dos recipientes y se pusieron a jugar a las cocinitas. Y las dejé hacer.
La parte de motricidad fina la trabajaron bastante, aunque lo de los colores quedó pendiente para otro día.


Lo pasaron muy bien y les encantó el material. Tendremos que hacer más cosas con algodones.





sábado, 24 de agosto de 2013

CC. una mochila de Rojo Ababol




Por fin me pongo con esta entrada, a la que ya tenía ganas.


Al principio pensé en hacer sólo una mochila para Pirañita, por aquello de que este año le toca empezar al cole. Me costó encontrar una tela que me gustara, pero, al final, acabé quedándome con esta tela azul con cuadros tan cuca. La cogí en un bazar, después de haber hecho un recorrido completo por todos los que me quedan cerca.


Unos días después, y justo antes del cose conmigo, me encuentro con esta tela plastificada en un mercadillo y, claro, una no es de piedra. Mi Cachorrito también tenía derecho a su mochila.


Había comprado una sola correa de perro para la primera, así que con la segunda improvisé. Tenía una tira que había cortado de unas cortinas viejas y la puse a pelo. La verdad es que tendría que pegarle una pasada de puntada en zig-zag, pero me dio pereza en su momento, y ahora aún más...


Intenté tener las dos para vacaciones, pero fue imposible. Al final, terminé la de cometas, que ha viajado llena de libros a todos nuestros destinos, y la otra se quedó sólo para rematar a la vuelta. Me dio rabia, pero es lo que hay.


Creo que la temporización de los primeros días era muy asequible (quizá demasiado, visto en perspectiva), pero el tercer día (según la previsión) me desbordó. Mi marido dice que es lo que pasa cuando quieres hacer el doble de trabajo en el mismo tiempo... y probablemente tenga razón. ¡Qué desastre soy!


En fin, hechas están. Hay ciertos detalles del acabado que no me gusta cómo me han quedado y creo que una tela un poco más rígida quedaría mejor que éstas, que han resultado demasiado ligeras.


Eso sí, las peques están encantadas, y eso es lo que importa.


Gracias, Rojo Ababol, por este cose conmigo. Me encanta cuando cosemos en grupo.

viernes, 23 de agosto de 2013

El ritmo de cada niño

Tengo dos hijas que se llevan 15 meses.

La mayor es reflexiva, conservadora, cuidadosa y se aproxima despacio a lo desconocido.

La pequeña es una lanzada, imprudente, valiente, aventurera y alocada.

Las dos son maravillosas.

Muchas veces, veo cómo mi hija pequeña se abandona al mundo y la exploración de un modo alocado y divertido: Primeras escaleras con 7 meses, deslizamientos por el tobogán de cabeza, saltos, cabriolas, trepar... Se apunta a todo.

Mi hija mayor sube con cuidado, prueba primero y salta después, busca una posición segura, quiere hacerlo todo, pero sin prisa. Ella tiene su ritmo y no se deja atosigar.

Yo, que soy más como la pequeña, me frustro en ocasiones por el ritmo pausado de la mayor.

Mi marido, que es más como la mayor, ve aterrorizado cómo la pequeña se lanza a las cosas de cabeza y sin poner las manos.

Quizá sea por eso por lo que no es infrecuente que, estando los dos, yo focalice sobre la mayor y él sobre la pequeña.

Él pone límites al desenfreno, mientras yo animo el cotarro. Igual que nos complementamos como pareja, complementamos a nuestras hijas en su exploración del mundo.

Sin embargo, es importante no perder una cosa de vista: El ritmo lo han de marcar ellas.

A veces quiero acelerar a Pirañita y tengo que echar el freno, porque ella tiene sus tiempos y no va a asimilar las cosas más rápido de lo que sus procesos personales le permiten.

Del mismo modo, no podemos poner barreras al mar y, aunque hay que vigilar la seguridad, Cachorrito necesita conocer el mundo despreocupada y sin miedo. Igual tendrá más chichones, pero no podemos evitarle el contacto con la realidad. Y la realidad puede ser (literalmente) muy dura.

Dos hijas de los mismos padres, en la misma casa (no van a guarde ni similares), con el mismo entorno. Dos personas tan distintas como podrían ser, con ritmos diferentes y formas de acercarse a la realidad dispares.

Me encanta ver cómo cada una se enfrenta al mundo y lo conquista a su ritmo. A veces vamos despacio. A veces el ritmo es vertiginoso.

Dos niñas. Dos ritmos. Dos mundos. Una aventura.

jueves, 22 de agosto de 2013

Cuando sea mayor...

Cuando sea mayor...

...llegaré a las perchas de la piscina.

...nadaré solita en la piscina grande, grande.

...tendré mis propias llaves para abrir todas, todas las puertas.

...quiero ir en un avión pequeñito.

...iré en helicóptero y llevaré agua a otros sitios.

Éstas han sido las aspiraciones de mi hija a lo largo del día de hoy. Lo que una niña de dos años y medio espera alcanzar. Algunas son más probables que otras, pero todas están al alcance de su mano.

Mi niña se está haciendo mayor, y ya es consciente de ello y de cómo ese hecho le acerca a nuevas metas.

Estaremos junto a ella para acompañarla, mientras nos deje.

miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Dónde nace la violencia?

Hoy estaba en el parque de una cafetería ocupándome de mis peques mientras mi marido atendía a unos familiares.

En un momento dado, un niño de dos años y medio o tres pega a una niña de más o menos la misma edad. De pronto, aparece el padre gritando y el niño se esconde en un tubo e intenta que su padre no le atrape.

"¿Es que no me tienes suficiente miedo? Después de lo que has cobrado esta mañana, deberías saberlo mejor. ¡No te escondas que te voy a dar!"

Y así, en ese pulso de me escondo para que no me pegues, lo agarró de un brazo, lo sacó en volandas y le pego un par de bofetones entre gritos.

Pasado un rato, el niño volvió al parque y volvió a pegar a la misma niña.

El padre del muchacho volvió a hacer acto de presencia.

"¡Es que no aprendes! ¡Con la de bofetadas en la cara que te he dado hoy! ¡Tú es que eres tonto! ¡Toma otra, a ver si aprendes!"

Y le soltó un bofetón que le giró la cabeza, antes de cogerlo y marcharse.

No sé si debería haber dicho algo. Odio ver que hay padres así de violentos, pero pienso que igual al final empeoro la situación para el niño y me callo.

Lo primero que me vino a la mente fue: "Si tú resuelves tus diferencias con él a golpes, no te extrañe que ésa sea su forma de resolver sus diferencias con otros."

No quiero que mis hijas jueguen con niños pegones, porque se convierten en víctimas y, además, pueden acabar tomando el mal ejemplo del sujeto en cuestión. Sin embargo, reconozco que me da pena pensar en los problemas que ese niño ya tiene en casa y que le van a generar fuera de ella para el futuro.

También pienso que seguro que ese padre quiere a su hijo y está tratándole como cree que debe hacerlo, probablemente porque a él le criaron a golpes. Eso no le justifica, pero hace que también sienta lástima por él, que tiene con su hijo una relación de terror en vez de amor.

Igual debería haber dicho algo, aunque sigo sin saber cómo podría haberlo hecho sin desprecio, ni ira, y entonces no hubiera cambiado nada. Hay que tener una cierta templanza para intervenir en una situación así, sin hacer que el padre se sienta juzgado y condenado, que es el único modo de conseguir que te escuche.

Espero no tener que presenciar más casos como éste, pero, por si se diera, ¿vosotros qué diríais?

domingo, 11 de agosto de 2013

Un ratón en la cocina

En algún momento, os contaré algo sobre nuestras vacaciones, pero hoy os voy a dejar sólo una anécdota.

La familia de mi marido tiene un caserón precioso en una aldea perdida. Es una casa señorial que han ido conservando a lo largo de los siglos y que es seña de identidad de la zona.

La casa está deshabitada. Se usa para celebrar fiestas familiares y para estancias puntuales de algún miembro de la familia, como fue nuestro caso.

Yo sabía que había ratones. El menos común de mis sentidos lo consideraba inevitable, pero además había visto sus deposiciones por la casa (mi cama incluida). También los había oído por la noche. Es lo que pasa en este tipo de casas, si nadie vive en ellas para estar pendiente.

Una noche, cuando iba a apagar el calentador para que el gas no estuviera abierto por la noche, crucé la cocina y, al mirar al suelo, vi una bola de pelo gris corriendo hacia mí a toda velocidad.

Es un poco bochornoso reconocer que grité y pegué un taconeo digno de una bailaora, mientras el rohedor pasaba entre mis piernas a esconderse bajo el mueble que tenía detrás.

No me asusté porque hubiera un ratón (ya os digo que era obvio), sino por no esperármelo y verlo corriendo hacia mí.

Lo mejor fue a la mañana siguiente, cuando se lo conté a mi suegra.

"En la casa no ha habido ratones nunca. ¿No ves que hay gatos en la zona? ¿No sería un murciélago? Y, claro que no, esas cacas son de murciélago. ¿Cómo van  ser de ratón?"

Menos mal que mi amiguito peludo topo conmigo y no con mi suegra. Si no, creo que a la casa no se vuelve a quedar a dormir nadie.

En cualquier caso, yo casi prefiero unos ratoncillos de campo que unos murciélagos; que no estoy vacunada de la rabia.

¿Os ha pasado alguna vez algo parecido?

sábado, 10 de agosto de 2013

Descripciones

Ayer íbamos en el coche y mi marido se puso a hacer preguntas a nuestra hija. En este caso, estuvo trabajando con dos series de dibujos: Pocoyo y Peppa Pig.

Pirañita es muy dicharachera, pero a veces da respuestas que no se corresponden con la pregunta que se le ha hecho.

Por ejemplo, si le preguntas cuándo va a ir a un sitio, te contesta que en coche.

En esta actividad, Superpapá le preguntaba sobre nombres, colores, ropa, sonidos...

Una actividad perfecta para hacer los desplazamientos más llevaderos, mientras trbajamos habilidades lingüísticas y sociales.

lunes, 5 de agosto de 2013

Ante la lactancia, silencio

Tenía la sensación de que la semana mundial de la lactancia materna tenía más frecuencia de lo habitual. Ahora sé la razón: En Europa la celebramos en octubre para que no coincida con las vacaciones estivales.

¿Conclusión? Mucha gente prolactancia aprovecha para celebrar por partida doble. Y yo, que me apunto a un bombardeo, aquí estoy dando guerra.

No quiero ser pesada ni repetitiva. Creo que ya hay suficiente información sobre los beneficios de la leche materna, tanto para el niño, como para la madre.

Hoy sólo voy a pedir silencio.

Silencio cuando una madre decide dar el pecho.

Silencio cuando lo da en un lugar público.

Silencio cuando el bebé tiene menos de 6 meses.

Silencio cuando el niño tiene más de dos años.

Silencio cuando los padres no le dan chupete.

Silencio cuando no cambian tomas por agua, manzanilla, zumo...

Silencio cuando hace 10 minutos que la madre dejó al niño en la cuna y vuelve a ponerlo al pecho.

Silencio cuando una madre se niega a dejar la lactancia.

Silencio cuando una madre da un pecho con mastitis a un niño.

Silencio cuando una madre pide un tratamiento compatible con la lactancia.

Silencio, que una madre está dando el pecho.

"No digas nada si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio."

O, dicho de otra manera: "Si no vas a decir nada agradable, calladito estás más guapo."

domingo, 4 de agosto de 2013

Pintando con tubos de purpurina

Hace tiempo, encontré un material muy prometedor en la zona de papelería del bazar. Se trata de unos tubos que vienen en paquetes de varios colores. Los hay de purpurina con pegamento y de pintura fluorescente para gran variedad de superficies, incluida la tela. Ambos son "no tóxicos", y los primeros además lavables.

A mis hijas les encanta pintar con ellos.

Ponen churretes de "pintura" sobre el papel y luego la extienden con el dedo. Les encantan el proceso y el resultado, sobre todo si el papel sobre el que pintan es de colores variados.

Si se os quedan abiertos alguna vez, se os secará la parte en contacto con el aire, pero no lo de dentro. Con un alfiler, es fácil solucionar el problema.

Siempre me gusta ofrecer variedad de materiales a mis hijas y éste les encanta.




sábado, 3 de agosto de 2013

No sin mamá

Ayer fue nuestro aniversario. Cuatro años preciosos de convivencia y aprendizaje, de ser regalado y regalar, de compartirlo todo.

La celebración empezó con desayuno y regalos: 3 libros de Dr. Seuss para las peques, una tableta para Papá y un "kit de costura" (en realidad, el compromiso de comprarme el lote de telas y cosas varias que yo elija) para Mamá. Comimos croissans (o como se escriba), palmeras glaseadas y todo cuanto nos apeteció.

Mañana de recaditos y tiempo con mis hermanos. Sentarse en una terracita a charlar. Estar a nuestro aire.

Comer con las peques es un oriental estupendo y que, además, tenía zona infantil con toboganes.

Siesta para Papá y las peques mientras mamá cosía.

Tras la siesta, llegaba el momento estrella: Dejar a las niñas con los abuelos, hacer plan de mayores y dormir a pierna suelta.

Fuimos a cenar con unos amigos a un pequeño italiano en el Madrid de los Austrias, que antes visitaba casi a diario y llevaba desde que soy madre sin pisar. Me gustó mucho el plan.

Luego fuimos perdiendo miembros conforme pasábamos por distintas bocas de metro, hasta que nos separamos de otra pareja que se iba a tomar una copa.

Montamos en el coche y suena el móvil.

Pensé en la pareja que acabábamos de dejar. Igual necesitaban que les acercáramos a casa o algo, porque él estaba dolorido de la espalda.

Dos segundos de conversación entre mi marido y su interlocutor bastaron para que supiera que eran mis padres y que no era grave.

Sencillamente, tenían dos niñas en pie de guerra más allá de media noche.

La pequeña se había dormido para despertar pidiendo teta como una desesperada.

La mayor había tomado la televisión afirmando que sólo se acostaría con Mamá.

Las recogimos poco después de la 1:00 y eran más de las 3:00 cuando conseguí llegar a mi cama.

Fue un día maravilloso, incluida la noche.

No hubiera hecho ascos a dormir a pierna suelta, pero me gustó haber podido salir y, sin embargo, tener a las peques en casa.

Eso sí, a mis padres no volvemos a engañarlos para pasar una noche con las niñas ni de coña.