jueves, 12 de abril de 2012

Por qué compré... un fular

Tengo un fular de algodón de sarga cruzada de 4'80 m. Lo compré para mi Cachorrete y, ya con ella, lo consideré amortizado. Sin embargo, es ahora cuando no podría prescindir de él, pues me da mucho juego para poder moverme con las dos.
Los fulares permiten hacer un gran número de nudos, aunque, al final, yo siempre hago el mismo: El canguro cruzado por delante. En su día probé otros, pero ése es el que más satisfecha me deja, en relación a la comodidad compartidad bebé-mamá. Además, una vez aprendes a hacerlo, no se tarda demasiado en estar listas para salir.
Siempre que voy con la peque en el fular, hay dos comentarios: "No me había dado cuenta de que llevabas un bebé ahí" y "parece que va superagusto".
La primera es un poco peligrosa, porque la gente se choca con nosotros y nos empuja más de lo que somos conscientes. Yo me he dado cuenta porteando a mis nenas.
La segunda, es una gran verdad. Siempre se duermen tan contentas y, además, vas notando como sueltan gases y lastre (mi pobre fular conoce bien los desbordamientos de pañal). Así que, cuando te las desatas, están en la gloria, sin retortijones y habiendo dormido como benditas.
Sin embargo, no es la panacea. Un trozo de tela de más de cuatro metros tiene sus contras, como el hecho de que es difícil que no toque el suelo mientras lo atas y desatas, lo que resulta un poco disuasorio a la hora de ponerlo o quitarlo en la calle o lugares públicos. También hay que tener cuidado al atarlo y, sobre todo, desatarlo, porque existe el riesgo de tropezar con el bebé en brazos.
Por otro lado, es esencial aprender a colocarlo correctamente y eso supone tiempo y esfuerzo, cosa que algunas personas no están dispuestas a invertir.
Sin embargo, el esfuerzo merece la pena, si vas a utilizarlo, y más aún si tienes un bebé con displaxia de cadera, pues está comprobado que transportarlos en "posición de ranita" mejora esta enfermedad, llegando a evitar tratamientos invasivos.
Hay gente que considera que el fular es una alternativa al cochecito/sillita. No es mi caso. Creo que son medios de transporte que se complementan muy bien y, por tanto,  tengo ambos.
Si no te importa invertir algo de tiempo en aprender a atarlo, el fular es un porteador estupendo para dentro y fuera de casa, aunque yo no suelo utilizarlo si preveo tener que quitármelo en la calle o un lugar público. Sin embargo, siempre va en la cesta del carrito para casos de llanto inconsolable.
Para mí, no siendo imprescindible, es un artículo de puericultura muy recomendable.

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