sábado, 3 de agosto de 2013

No sin mamá

Ayer fue nuestro aniversario. Cuatro años preciosos de convivencia y aprendizaje, de ser regalado y regalar, de compartirlo todo.

La celebración empezó con desayuno y regalos: 3 libros de Dr. Seuss para las peques, una tableta para Papá y un "kit de costura" (en realidad, el compromiso de comprarme el lote de telas y cosas varias que yo elija) para Mamá. Comimos croissans (o como se escriba), palmeras glaseadas y todo cuanto nos apeteció.

Mañana de recaditos y tiempo con mis hermanos. Sentarse en una terracita a charlar. Estar a nuestro aire.

Comer con las peques es un oriental estupendo y que, además, tenía zona infantil con toboganes.

Siesta para Papá y las peques mientras mamá cosía.

Tras la siesta, llegaba el momento estrella: Dejar a las niñas con los abuelos, hacer plan de mayores y dormir a pierna suelta.

Fuimos a cenar con unos amigos a un pequeño italiano en el Madrid de los Austrias, que antes visitaba casi a diario y llevaba desde que soy madre sin pisar. Me gustó mucho el plan.

Luego fuimos perdiendo miembros conforme pasábamos por distintas bocas de metro, hasta que nos separamos de otra pareja que se iba a tomar una copa.

Montamos en el coche y suena el móvil.

Pensé en la pareja que acabábamos de dejar. Igual necesitaban que les acercáramos a casa o algo, porque él estaba dolorido de la espalda.

Dos segundos de conversación entre mi marido y su interlocutor bastaron para que supiera que eran mis padres y que no era grave.

Sencillamente, tenían dos niñas en pie de guerra más allá de media noche.

La pequeña se había dormido para despertar pidiendo teta como una desesperada.

La mayor había tomado la televisión afirmando que sólo se acostaría con Mamá.

Las recogimos poco después de la 1:00 y eran más de las 3:00 cuando conseguí llegar a mi cama.

Fue un día maravilloso, incluida la noche.

No hubiera hecho ascos a dormir a pierna suelta, pero me gustó haber podido salir y, sin embargo, tener a las peques en casa.

Eso sí, a mis padres no volvemos a engañarlos para pasar una noche con las niñas ni de coña.

2 comentarios:

  1. Jajajaja... bueno, a ese plan yo también tengo ganas de apuntarme. A ver si cuando la peque sea un poquito mas mayor podemos pasar una tarde libre y cenar en un restaurante...

    Y yo creo que los abuelos seguro que se dejan engañar otro día...

    ResponderEliminar
  2. Fue un gran día. En cuanto a los abuelos, mi padre no deja de repetirme que estoy malcriando a las niñas y por eso están enmadradas...

    Pero supongo que algún día se dejarán engañar. ;)

    ResponderEliminar