lunes, 31 de diciembre de 2012

Seguridad en internet II: Primeros pasos de nuestros hijos en la red

Hoy día, me atrevería a decir que la mayoría de las casas tienen al menos un ordenador y, muchas de ellas, conexión a internet.

También hay casas en las que hay muchos ordenadores, a veces más que personas; y también otros dispositivos con conexión a internet, como televisiones, tabletas y móviles.

Esto convierte las comunicaciones en algo diferente de lo que nosotros vivimos en nuestra infancia y adolescencia, conviertiendo a nuestros hijos en los llamado "nativos digitales" y, a nosotros, en unos padres que se enfrentan a problemas que no tuvieron los nuestros.

¿Cuándo, cómo, dónde, con quién deben iniciarse nuestros hijos en el manejo de estos dispositivos y el acceso a internet?

Un error frecuente es dejar que esas decisiones las tomen nuestros hijos, especialmente en las familias en que los padres no dominan bien las (ya no tan) nuevas tecnologías.

Saber utilizar un ordenador, una tableta, la tele o el móvil es, a priori, algo bueno, pues, hoy día, su manejo es importante en un gran número de trabajos. Por tanto, el interés que nuestros hijos muestran por estos dispositivos no debe encontrar en nosotros un enemigo, sino un guía.

Cualquier edad es buena para familiarizarse con los distintos aparatos y hacer las primeras aproximaciones  internet, aunque siempre con medida y haciéndolo de un modo acorde a la edad del niño. Eso sí, siempre de la mano de sus padres o un adulto responsable, que limite el tiempo y los contenidos a los que tienen acceso nuestros hijos.

El límite de tiempo es importante, porque es fácil dejarse llevar y terminar acumulando horas y horas delante de las pantallas. La actividad principal de los niños debe ser jugar de forma manipulativa, simbólica..., pero no "virtual". Uno de los problemas de los contenidos digitales es que suelen ser bastante cerrados, terminados, y no están preparados para el desarrollo libre de la imaginación del niño. Por tanto, cuidado con convertir al ordenador o la tele en la niñera, pues puede ser una tentación muy atractiva, a la par que perjudicial para nuestros retoños.

En cuanto a los contenidos, internet tiene un exceso de oferta que tenemos que aprender a clasificar como "valiosa", "sin valor" y "nociva".

Lo valioso es lo que aporta algo positivo a nuestros hijos: Contenidos educativos, programas de arte, música adecuada para su edad, actividades lúdicas... Son los contenidos que debemos buscar, organizar y presentar a nuestros hijos en primer lugar. Y ese trabajo debe realizarse antes de sentarse con el niño delante de la pantalla.

Los contenidos "sin valor" son los que no aportan nada positivo a nuestros hijos, pero tampoco son exactamente perjudiciales. En cualquier caso, son una pérdida de tiempo, y tanto nuestro tiempo como el de nuestros hijos son muy valiosos.

Los contenidos "nocivos" son los que son inapropiados para nuestros hijos, y debemos evitar a toda costa que queden expuestos a ellos. Aquí es donde entra el famoso "control parental",  que merece y tendrá una entrada sólo para él.

Conforme el niño sea más mayor y tenga más autonomía, deberemos enseñarle a ser él quien busque y clasifique los contenidos. Al principio, siempre bajo nuestra supervisión y, según veamos su desarrollo, dándole cada vez más libertad para moverse por su cuenta.

¿Y cómo sabemos cuánta libertad darle?

No es sencillo, pero una buena referencia es lo que le permitiríamos hacer en la vida cotidiana.

Si dejarías a tu hijo ir solo al centro de una ciudad grande, confiando en que tiene el criterio para saber por dónde va, cómo evitar ponerse en peligro y cómo moverse de un sitio a otro y elegir con quién se junta; lo normal será que tu hijo pueda navegar por internet con la misma libertad.

Si tu hijo va acompañado al parque, camina de la mano por la calle y vigilas por dónde y con quién anda, porque su edad y madurez no le permiten identificar los peligros; debes conducir a tu hijo por la red de la misma manera.

¿Y todos los puntos intermedios? Has de valorarlos con los mismos criterios que la vida cotidiana, asumiendo que en la red el acceso a contenidos y personas está a sólo un clic de distancia, para lo bueno y lo malo.

El último aspecto que quiero tratar en esta entrada es el dónde.

Otro error frecuente es poner un ordenador en la habitación de un niño que no está preparado para gestionarse solo todavía y, de forma proporcional, darle un dispositivo propio con conexión a internet, como una tableta o un móvil. Del mismo modo, no es bueno dejarlo solo en otra habitación, un despacho o similar.

El ordenador familiar (que debe ser el que utilicen los hijos hasta llegar al punto en que les demos la libertad de moverse en internet solos por su cuenta) debería estar en un lugar público y de paso dentro de la casa, como el salón, el comedor, un cuarto de estar o una sala de juegos. De este modo, existe un cierto control externo en la medida en que podemos ver la pantalla, acercarnos a preguntar qué hacen y con quién..., y un cierto autocontrol porque saben que podemos (y vamos a) hacer todo eso.

Este es el primer paso del control parental, sobre el que hablaremos en la próxima entrada.

Resumiendo:
Cuándo: En cualquier momento.
Cómo: Valorando la independencia que podemos darles y actuando en consecuencia.
Con quién: Con sus padres o un adulto responsable hasta que llegue el momento de dejarles solos.
Dónde: En un dispositivo familiar, a la vista de todos, hasta que alcancen la madurez suficiente para tener el suyo propio.

2 comentarios:

  1. Mmmmmm..... todavía estoy reflexionando... Desde que publicaste la anterior entrada he estado dándole vueltaa. Además coincide que Maribel de B aprende en casa, otro blog que sigo, tan bien sacó a colación este tema hace poco.....
    Por un lado, según mi opinión, tienes razón en lo que comentas y hay que ser prudente y responsable, tanto en el mundo virtual como en el real. Pero también hay que tener un poco de confianza hacia el otro... Yo publico pocas fotos de mi nena, y si cuelgo alguna suele ser porque confío que nadie la usará para mal. En el parque me he encontrado alguna mama ilusionada con su pequeño, haciéndole fotos... mi hija sale seguro de fondo, pero confío en esa mamá que no conozco... Creo que lo mas importante es ser juicioso; poner límites parentales coherentes y enseñarles los peligros que conlleva el mundo virtual, al igual que hacemos en el mundo real....
    Mmmm... seguiré reflexionando. Muy interesantes tus entradas... Escribes genial!!
    ;D

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  2. Aún quedan varias entradas de esta serie por ver la luz, por lo que si hay alguna inquietud que queráis resolver, me encantaría que dejarais un comentario para tratar ese tema en el futuro.

    En cuanto a lo que dices, dibujos denube, a mí también me gusta pensar que la gente en general es buena o, como mínimo, no tiene motivos para hacerme daño. Pero hay que tener ciudado.

    Hay un dicho que me gusta bastante: "Cree en Dios, pero cierra con llave tu coche."

    La mayor parte de la gente no buscará hacerte daño, por lo que no has de vivir paranoica o con miedo. Pero hay personas (pocas, pero las hay) que te harán daño si pueden. Por eso hay que tener ciudado, para aprender a identificarlas y evitarlas, porque, si teniendo un poco de cuidado puedes evitarte un susto (y no digamos ya un disgusto), ¿por qué arriesgar?

    Por otro lado, hay una actitud muy peligrosa (y no digo que sea tu caso) de "a mí esas cosas no me pasan", "esas cosas les pasan a la personas -lo que sea-, pero no a la gente como yo", "yo me muevo en entornos de gente muy normal"...

    Ese tipo de pensamiento, descartar que a ti o a los tuyos os puedan pasar algo malo u os puedan hacer daño, hace que vayas por la vida con la guardia baja, acallando los avisos de tu instinto, racionalizando lo que pasa a tu alrededor para "tranquilizarte"; y eso implica que no verás el peligro o, peor, lo verás y silenciarás las alarmas, quedando a merced de las circunstancias.

    No es bueno vivir paranoico o con miedo, porque no te permite saber cuándo un peligro es real o imaginario; pero hay que aceptar la posibilidad de que algo puede ser peligroso para poder descartar esa opción o tomar medidas para evitarlo, porque, si no, no podrás prevenir las situaciones que realmente entrañan un riesgo.

    Uno no pone una alarma en casa para que la policia pille a los ladrones (aunque no está de más), la pone para disuadir a los ladrones de intentar robarle. Esa es la idea con la que estoy trabajando: No busco saber si a mis hijos les ha pasado algo malo en internet (aunque, si pasa, quiero saberlo),, busco evitar que mis hijos corran el riesgo de que les pase algo malo en internet.

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