domingo, 2 de diciembre de 2012

¿"Muy bien"?

El otro día leí en B aprende en casa, y hoy en ORCA, reflexiones sobre si se puede hablar de "mis hijos" y sobre si se les puede decir "muy bien".

Mis hijas (y ya empiezo utilizando el posesivo) no me pertenecen, en tanto que suyas son sus vidas y han nacido libres ante Dios y ante los hombres. Pero son mías, como míos son mis padres, mis hermanos, mi pueblo... Son mías en una relación recíproca, pues yo también soy suya: Soy su madre.

Ser su madre y que ellas sean mis hijas me da unos pocos derechos, como elegir su nombre, decidir qué valores les transmito, tomar decisiones sobre su educación; así como un montón de obligaciones, tales como alimentarlas, vestirlas, educarlas...

En cuanto a si puedo decir a mis hijas que algo está bien, creo que no sólo puedo, sino que debo. Igual que debo decirles que algo está mal, si es así.

Todos los días hay una serie de cosas que repito a mis hijas: Sois preciosas, sois inteligentes, sois fuertes, estoy orgullosa de vosotras... y, lo más importante, os quiero pase lo que pase, hagáis lo que hagáis.

No creo que eso las haga dependientes de mis opiniones, sino que les da la libertad de saber que su madre las apoya al 200% en todos los aspectos de su vida, que cree que son capaces de llegar a cualquier parte con su esfuerzo y que el amor que les profesa es incondicional y sin fisuras.

Bien distinto sería que sólo las alabara como medio de manipulación y chantaje emocional, que sólo las quisiera cuando hacen lo que yo quiero, que reprobara todo lo que se sale de una horma que he fijado para ellas. Pero lo dañino no sería el "muy bien", sino mi actitud, el creer que, porque son mis hijas, puedo hacer de ellas unos peleles que bailen al son que yo marco.

Tampoco creo que sea bueno no decir que algo está bien cuando lo está, del mismo modo que considero dañino no corregir el error; porque nuestros hijos buscan en nosotros la sabiduría de la experiencia, que es lo que a ellos les falta. Es normal que busquen nuestro refuerzo, nuestra retroalimentación, porque saben que nosotros tenemos un conocimiento del que ellos carecen y que, de nuestra mano, es más fácil y seguro alcanzar. Es algo biológico, una adaptación al medio que ha hecho que los que aprendían de la experiencia de los padres sobrevivieran y los que iban solos por el mundo acabaran mal.

Como dice ORCA, hay que ser respetuosos y sinceros. No creo que haya que darle más vueltas.

3 comentarios:

  1. Me gusta lo de "yo también soy suya" Soy SU madre. Es verdad.

    Gracias por resumir!!
    Esta..... MUY BIEN ;)!!!!

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  2. Gracias por darnos tu punto de vista.
    Me gusta esa idea de reciprocidad, de dar y recibir unos de otros. De tener la confianza de opinar sobre lo que está bien o no, que al mismo tiempo es una responsabilidad ya que en todas las familias se educa teniendo en cuenta unos valores (que serán diferentes en cada caso) que son el criterio que seguimos para tener también unas normas de convivencia, un sistema ético, etc.
    Me ha gustado mucho leerte.
    Saludos

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  3. Gracias a ambas por vuestros comentarios.

    En realidad, creo que el sentido común nos lleva a utilizar el lenguaje de la forma más sencilla y adecuada, cuando no nos comemos la cabeza de más.

    Si nadie nos hubiera preguntado sobre esto, utilizaríamos el lenguaje de esa manera por esas mismas razones, aunque nos hubiéramos perdido esta oportunidad de reflexionar sobre ello.

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