lunes, 11 de noviembre de 2013

3 años con Pirañita

¡36 meses! La última edad que veréis reflejada en algún lado en esta unidad. A partir de aquí, parece que sólo cuentan los años completos.

Mi niña se ha hecho grande.

Hace mucho que no veo en ella nada del bebé que fue. Es una niña en edad preescolar.

Estoy feliz viendo a mi hija crecer y convertirse en una persona cada vez más capaz, más autónoma, más madura. No obstante, hoy no puedo dejar de mirar atrás y recordar a esa bola rechonchita y mofletuda que el ginecólogo dejó sobre mi vientre, aún unidas por el cordón umbilical.

Es curioso cómo puedes estar deslumbrado por el presente, sin dejar de sentir nostalgia por el pasado.

En fin, al tema, que esto no va sobre mí, sino sobre ella.

Nuestra niña está preciosa. Y no, no es amor de madre, su padre y los abuelos también coinciden. ¡Incluso su profe del cole dice que es preciosa y que tiene los ojos más bonitos del colegio! Ahí queda eso...

Noto cómo su curva de crecimiento se ha suavizado. Ahora crece despacito, pero seguro.

Ya habla casi sin errores en castellano, más allá de las típicas regularizaciones de verbos irregulares y alguna mezcla idiomática aquí y allá.

El inglés es harina de otro costal. Lo entiende todo, pero le cuesta expresarse. De forma habitual, piensa en español y hablar en inglés le supone un esfuerzo extra. No obstante, cuando la fuerzas un poco, construye frases conpletas y juega con tiempos verbales y bastante vocabulario. Eso sí, llega un momento en que se cansa y, como sabe que la entiendo aunque diga lo contrario, se niega a seguir haciendo el esfuerzo.

Su motricidad fina es magnífica. Su profe estaba muy sorprendida por su destreza, especialmente si tenemos en cuenta que es de las peques de la clase.

La motricidad gruesa va bien, aunque siempre siento que la tenemos menos atendida. En cualquier caso, hace más de un mes que se da sola en el columpio y ha empezado a saltar desde alturas pequeñas sin asistencia. Sigue teniendo un patrón de carrera inmaduro, así como de lanzamiento y pateo. La recepción es prácticamente inexistente. Exriende los brazos en la dirección adecuada, pero rara vez coge el balón; si bien es cierto que algo de éxito tiene con balones extragrandes.

Le gusta pedalear, aunque aún le falta fuerza para ir cuesta arriba y acaba impulsándose con los pies.

Adora salta y bailar. También cantar e inventar sus propias canciones y coreografías. Es extremadamente graciosa cuando se pone a ello.

Pinta mucho y adora recortar. Además, le gusta cortar con el cuchillo, aunque sea masa y el cuchillo de juguete.

Es muy cocinillas y le encanta abrir los huevos. ¡Y su destreza con el pelapatatas ha mejorado muchísimo!

A nivel social, tuvo una fase muy introvertida de la que parece estar saliendo. Ha pasado de esconderse entre mis piernas a decirle a todo el mundo cómo se llama. Aún así, a veces le sale la vena mamitis y lo respetamos. Cada uno tiene su ritmo y, aunque hay que animarles a abrirse, nunca hay que forzarlo.

Parece que se ha integrado bien en el cole. De nuevo, una lección para la escuela, pues esperaban menos de ella por no haber estado yendo a la guardería.

Ya tiene sus amiguitas, de las que habla con frecuencia. De los niños habla poco, y muchas veces con motivo de agresiones. Dicho lo cual, un día nos encontramos con un compañero al que le pegó un abrazo que me dejó flipando.

Ya cuenta hasta el 40, si le ayudas con los cambios de decenas (bueno, la verdad es que, con ayuda, sigue y sigue hasta el 100, pero de ahí no hemos pasado), y estamos empezando con sumas y restas muy básicas, dentro del ámbito cotidiano.

Empieza a reconocer letras concretas e identificarlas con palabras que ha visto, especialmente nombres. En el cole utilizan la metodología de la palabra formadora y parece que le está yendo bien.

Las relaciones familiares están un poco tirantes a ratos, pero, en general, es una niña dulce y agradecida. Eso sí, en constante competencia con su hermana por la atención, los juguetes, el protagonismo... Y, al mismo tiempo, adorándola con todo su corazón. Es una relación muy intensa en ambas direcciones.

Estamos en fase de mamitis. A mí me resulta muy duro, pero sé que, cuando pase, echaré de menos ser como una estrella de cine que ni al baño puede ir tranquila.

En cualquier caso, creo que la relación de María con el Superpapá es muy especial. Tienen sus momentos del día y ella siempre le tiene en cuenta para todo, incluso cuando no está.

¡Felicidades, Cariño! Es un honor, un.orgullo y una dicha ser tu madre. Sigue creciendo para convertirte en la mujer maravillosa que entreveo cuando te miro. ¡Te quiero!

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