sábado, 2 de febrero de 2013

El miedo también se enseña

El miedo es algo bueno. El miedo es un mecanismo natural de supervivencia que nos recomienda alejarnos de cosas peligrosas.

El miedo puede ser nuestro amigo.

Sin embargo, el miedo también puede ser nuestro enemigo, pues puede paralizarnos a la hora de hacer cosas necesarias y producir reacciones desproporcionadas ante riesgos controlados o inexistentes.

Los primeros miedos, los "buenos", son fruto de nuestro instinto y es positiva su existencia. Los segundos, los "malos", suelen ser aprendidos, fruto del entorno y las experiencias extremas.

Las experiencias extremas, como tener un primo que se cayó por la ventana y que eso te haga tener pavor a las ventanas abiertas, incluso más allá de la edad de tus hijos a la que es razonable tenerlo, son poco controlables. Uno ni elige ni quiere que le ataque un perro o al vecino le explote el horno de gas. Y, sin embargo, si los miedos que generan son demasiado exagerados, como hacernos cambiar de acera sin mirar al ver un perro a 200 metros; habrá que tomar medidas para aprender a controlarlos.

Por otro lado, están los miedos enseñados, los que nos inculcan desde pequeños, generalmente con buena intención: "No toques el horno, que te quemas", "no te acerques al río, que caerás y te ahogarás", "no toques al gato o te arañará"... Y otros, manipulativos (generalmente basados en mentiras): "Si te portas mal vendrá el hombre del saco", "si te tocas la colita se te caerá", "si haces eso Papá ya no te querrá"...

Qué duda hay sobre que crear miedos ficticios, basados en mentiras, es malo; pero crear miedos "bien intencionados" no es menos perjudicial.

Crear miedo a cocinar cuando vas a emanciparte, a bañarte en el río del campamento de verano o al gato de la persona con la que quieres casarte; es una faena que alguien que te quería pudo hacerte con la mejor de las intenciones y que, a la larga, sólo te ha perjudicado.

Es importante tener cuidado con lo que decimos y con no transmitir nuestros propios miedos a los niños (propios y ajenos). Un comentario que nos puede parecer casual como: "¿Te da miedo el gatito? Anda, ven aquí." Puede poner en la cabeza del niño:
1. Que quizá debería tener miedo al gatito.
2. Que el adulto siente la necesidad de protegerle del gatito y, por tanto, lo identifica como algo peligroso.

En un caso en el un niño muestra ciertas reservas hacia a el gato, por ejemplo, de los abuelos, es mejor decirle algo más del estilo: "Parece que el gatito te ha asustado. No te preocupes, porque el gatito no te hará nada (si tú no le molestas)." (Yo sólo incluiría el texto entre paréntesis si el contexto lo recomienda.)

Por otro lado, hay cosas que pueden asustar a los niños de forma preventiva, como parte de su instinto, y que es bueno reconducir.

Un ejemplo es el miedo a los perros grandes. Un perro grande puede ser una amenaza muy real porque, si no estuviera domesticado, podría ser un predador natural del niño, al ser éste un animal más pequeño e indefenso.

Sin embargo, la mayor parte de los perros, grandes o pequeños, no supondrán un riesgo real para nuestros hijo,s si éstos saben cómo tratarlos: No mirarles a los ojos, no correr si se aproxima (hay muchos perros que persiguen cosas que se mueven rápido, como corredores y bicicletas), no tirarle del pelo, distinguir cuándo está contento, enfadado o asustado y saber cómo actuar.. 

Enseñar a nuestros hijos a controlar el miedo tomando precauciones razonables es un gran favor que les hacemos.

Creo que es bueno que reflexionemos y pensemos si estamos educando a nuestros hijos en el miedo o en el control de riesgos. Al final, cada uno decide cómo educar a sus hijos, pero siempre es mejor que lo hagamos por una decisión consciente que dejándonos llevar por la casualidad.

A mí me gustaría que mis hijas vivieran sin miedo (más allá del instintivo, que hay que aprender a escuchar porque está para ayudarnos) y sabiendo manejar los riesgos en cada situación. Al fin y al cabo, si tenemos miedo a cosas que no son peligros reales, podemos estar mermando la capacidad de nuestro miedo "natural" de protegernos.

Y vosotros, ¿cómo tratáis el tema del miedo con vuestros hijos?

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